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viernes, 13 de febrero de 2015

Crisis en el PSOE





El PSOE se hunde. El cese fulminante de Tomás Gómez por Pedro Sánchez no es debido ni mucho menos a los costes excesivos del tranvía de Parla, que también (de 93 millones de euros presupestados a 260 que ha costado) sino al desastre electoral que se avecina y que no saben qué hacer para atajarlo. Las crisis no aparecen de la noche a la mañana, tienen un período de gestación que se remontan hacia el pasado. El pasado funesto del PSOE tiene un nombre, y ese no es otro que José Luis Rodriguez Zapatero, que con su nefasta gestión tanto en el gobierno como en el partido, ha vaciado de sus señas de identidad al socialismo español llevándole a la deriva y posiblemente a su total extinción. Jamás pensaría que tal acontecimiento me hubiera producido tanta tristeza, no por el PSOE, del que no simpatizo ni comulgo con sus ideas, sino por España, que ahora más que nunca necesita un partido socialista fuerte como alternancia de poder frente al PP y por supuesto frente a Podemos. La reforma del socialismo no se produjo cuando perdió las últimas elecciones, y se optó por criticar al PP tratando de ver la mota en ojo ajeno y no ver la viga en ojo propio. Se perdió un tiempo precioso que ahora se echa de menos porque ya no hay tiempo ante las próximas elecciones. No se produjeron reformas en ideas y liderazgo sino que se mantuvieron inertes mirándose su propio ombligo y criticando al gobierno. Sus propias contradiciones, como no tener un mismo discurso en Cataluña y resto de España, mareando la perdiz con la reforma de la constitución sin aclarar ni definir en qué consiste ese federalismo asimétrico; la de defensa en la igualdad de todos los ciudadanos españoles, con independencia del territorio en el que viven, los escándalos y luchas internas para liderar el partido entre barones y federaciones, y sobre todo la corrupción en Andalucía (de la que hablaremos después) han terminado por hundir al partido a cotas inimaginables.
Dicho esto, considero que sería una irresponsabilidad irreparable del ciudadano español, el no valorar el voto en las próximas elecciones, y utilizarlo como arma arrojadiza de castigo contra los dos grandes partidos que permiten la gobernabilidad de España. Sería una catástrofe para nuestro país votar por el simple hecho de castigar, sin conocer las consecuencias  que acarrean nuestro voto; un voto más podría cambiar la correlación de fuerzas en favor de una  u otra posición política, de ahí, que nos juguemos mucho en las próximas elecciones. Votar a partidos de los que desconocemos su programa, y lo poco que conocemos nos pone los pelos de punta, como el derecho a decidir de todos los territorios de España, la salida de los presos de ETA, y las medidas económicas al margen de la Unión Europea, serían suficientes para hacérnoslo pensar. Es posible que tengamos que votar con la nariz tapada a partidos que no son de nuestro total agrado, y a los que nos gustaría castigar para hacerles pagar la corrupción, los recortes y los engaños a la ciudadanía, pero las consecuencias serían catastróficas.
Otra cosa es la corrupción en mi tierra. Recuerdo a mi querida madre cuando me contaba que una vecina del pueblo amamantó a su hijo hasta la edad de los cinco años. Aquel niño "mamón" y tragón, porque comía de todo además de seguir enganchado al pecho de su madre -que muy decente ella, según corrían los tiempos de la postguerra-, le daba la teta detrás de una puerta por aquello de la decencia. Nunca he conocido un caso similar de tanta voracidad lactante ni una teta tan exhuberante. Bueno, sí que conozco otro caso, los 35 años enganchados a las ubres de Andalucía del PSOE, desde que los fenicios nos dejaron hasta nuestros días. No se conoce un caso semejante en las democracias occidentales de nuestro entorno, en el que el poder se haya instalado como una garrapata para chupar la última gota de sangre. Leche o sangre, que más da, ya no queda ni gota, porque la tierra no da para más. Los EREs, Invercaria y los cursos de formación, (3.000 millones de euros)  son un ejemplo palpable de como un régimen se instala en el poder y utiliza los recursos de los parados para repartirlo entre sus afiliados y simpatizantes. ¿En esto consiste la modernización de Andalucía iniciada hace 36 años? Veamos unos datos. "Tres millones setecientos mil andaluces, el 44% de la población, no han conocido en su vida más gobierno que el PSOE (...) Mientras el mundo cambiaba, el PSOE seguía anclado y eterno en Andalucía, como un accidente geográfico más. Nueve legislaturas seguidas lleva gobernando en Andalucía el PSOE. Nueve. Sin contar el ente preautonómico. Si consiguen formar gobierno el 22 de marzo, será la Décima. Y tras todo este tiempo de gobierno socialista, Andalucía sigue a la cola de España: es la segunda comunidad autónoma con menor producto interior bruto per cápita, superando tan solo a Extremadura. Su sanidad pública es un desastre. Es la comunidad autónoma con más porcentaje de paro: uno de cada tres andaluces no tiene trabajo". (Luis del Pino, Libertad Digital).
Los acontecimientos del PSM y el cese de Tomás Gómez, deben traspasar Despeñaperros y ser interpretados en clave política en Andalucía. ¿Por qué la corrupción en Madrid tiene consecuencias inmediatas de cese y en Sevilla las cosas van despacio como en palacio? ¿Es una llamada de atención de Pedro Sánchez a Susana Díaz de que hay que mover ficha y actuar caiga quien caiga? Por lo pronto, la justicia estrecha el cerco cada vez más en los políticos, Gaspar Zarrías y Mar Moreno,  consejeros de la Junta de Andalucía, a los que se les investiga minuciosamente por el caso ERE,  aunque por hoy, no están imputados (cuesta creer y es de sentido común, que tal cantidad de dinero público se moviera sin el consentimiento de quien  se las daba de que no se movía una hoja sin su consentimiento) El espectáculo del PSOE, cambiando la cerradura del despacho en Madrid es de sainete, y sus luchas internas, tendrá consecuencias políticas en Andalucía en las próximas elecciones. Cuesta creer que los andaluces van a votar a un partido en descomposición, aunque los antecedentes han demostrado que la corrupción no tiene coste en las urnas. Por ahora Susana Díaz ha hablado de unidad de los socialistas, y que todo se hace anteponiendo los intereses de los andaluces por delante de los interese del partido; la convocatoria de elecciones muestra todo lo contrario. Esto acaba de empezar.



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