EL DÍA QUE ME VEAS VIEJO
El día que me veas viejo,
ten gran paciencia conmigo,
lo mismo que yo la tuve,
cuando tú eras solo un niño.
Cuando quieras explicarme,
alguna cosa importante,
y veas que no puedo seguirte,
no te enfades con tu padre.
Cuando tú eras pequeñito,
tuviste que aprender a hablar,
y yo tuve la paciencia,
de enseñarte a balbucear.
Decías palabras confusas,
todas parecían igual,
yo me armaba de paciencia,
y así poderte enseñar.
Por no saber no sabías,
ni coger una cuchara,
ni saber cerrar la boca,
para contener la baba.
Todo te lo enseñé yo,
y el profesor en la escuela,
o jugando con amigos,
aquellas tardes en la aldea.
Ahora que soy viejecito,
yo te pido el mismo trato,
que me cuides y me mimes,
y que lo hagas con tacto.
Cuando mis pies cansados,
no sigan tus pasos rápidos,
o mi memoria flaquee,
y olvide como me llamo,
Ayúdame a balbucear,
y saber abrir mi boca,
para pronunciar tu nombre,
y recobrar mi memoria.
Todos nacemos y cambiamos,
todos evolucionamos,
todos somos como niños,
cuando llegamos a ancianos.
antonio gonzález
No hay comentarios:
Publicar un comentario