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lunes, 3 de noviembre de 2014

Callejones sin nombre





Si las arterias son las calles de un pueblo, los callejones son sus venas. Abla está asentada sobre una ladera mirando al sur. Los romanos, sus fundadores, bien conocían la perfecta orientación que más convenía para establecer un microclima en invierno y en verano. Su estructura urbana  está condicionada por la orografía del terreno, en un montículo que domina el valle de su entorno, con dos grandes calles paralelas (formando bancales) de este a oeste, cortadas por callejones perpendiculares de arriba a bajo o viceversa. Estos serían sumideros naturales para la evacuación de las aguas de lluvia, a veces torrenciales, y que desembocan en la rambla desde los castillos (nombre genérico de la parte alta del pueblo). Así nacieron de forma natural los callejones a los que ahora se les quiere rotular. Cumplen una función de articulación en el entramado urbano de comunicación,  ventilación y refrigeración, creando corrientes de aire frío para aminorar los días calurosos del verano.
Nuestros ediles, mirando por el bien de nuestro pueblo, han recabado  que los numerosos callejones necesitan tener un nombre y no se les ha ocurrido otra cosa que preguntar a la plebe qué nombre habría que ponerles. (por esto de que están de moda las consultas, por higiene democrática, o porque el pueblo siempre tiene razón)  Vista así la cosa, no les falta razón y la consulta a mis paisanos estoy seguro que cabe en las competencias del consistorio y no será rechazada por el Constitucional, (sabia decisión de los ediles que evitan tropezar en la misma piedra que otros ya hicieron).  !Cuantos rótulos hubo que cambiar después de la liberación para que no quedase resto de república o de "rojos" en favor de los héroes de la contienda!; un gasto superfluo en tiempos de hambruna y con cartillas de racionamiento, que al régimen (mal educado) no consultó a los ciudadanos porque no tenía costumbre de hacerlo, y porque le importaba un higa lo que pensara la gente. De todos modos la consulta hubiera sido un fracaso, porque: ¿Qué más da el nombre de una calle con el estómago vacío? (pensaba el pueblo).
Ya en la transición del 78, de la dictadura a la democracia, se volvieron a rotular las calles y plazas principales del pueblo, y se hizo apelando a la historia, a la tradición y la religión. Recuerdo que nadie levantó la voz ni para bien ni para mal, cosa que tenía su explicación, porque cuarenta años amodorran mucho el espíritu crítico. Por proponer que no quede. A falta de  hombres ilustres o de políticos célebres, (a los que puede que luego sean imputados por tener una cuenta en Suiza, y tengamos que cambiar el nombre), propongo nombres geográficos como, "callejón del Chorrillo", "de la correntía", "del torrente", "aguas bravas", etc. Nombres alusivos a la "Madre Naturaleza". Con ello, conseguimos no tener que cambiar los rótulos por razones ideológicas, (con el ahorro consiguiente)  y si hay que culpabilizar a alguien que sea a la madre naturaleza común a todos los mortales. ¿Hay algún nombre más idóneo y pragmático que "El Callejón de los Muertos"? Su nombre no es debido a que todo el que viva en él se muera antes, sino porque era el más apropiado camino hacia el cementerio, cuando se transportaban los féretros a hombros. Hoy hasta eso ha cambiado: los llevan en coche y por carretera. !Por favor, que nadie le cambie el nombre!





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