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jueves, 6 de noviembre de 2014

Murió en la calle y nadie le lloró




 
Hay entradas que me gustaría no escribir. Esta es una de ellas. Mi conciencia no está tranquila porque me siento culpable de lo que les voy a relatar. (Este hecho ocurrió hace un mes, pero es solo el comienzo porque la realidad es tozuda). Saah Exco murió solo y tirado en las calles de Monrovia (Liberia) después de que varios familiares se negasen a cuidarlo de ébola por miedo al contagio. Su muerte anunciada y fotografiada a medio mundo impactó en nuestras retinas sin que en nada  alterase nuestras vidas acomodadas. Aquí, andábamos manifestándonos por la muerte de Excálibur, el perro de la primera infestada en Europa, sacrificado por las autoridades para evitar males mayores. Asociaciones de animales, ecologistas, progres de toda condición y pelage, cuestionaban seriamente el sacrificio del perro porque era una muerte sin sentido. Mientras, Saah moría solo como un perro en la calle  a la edad de 10 años, abandonado por todos (edad que según las estadísticas hay menos probabilidad de morir). Nadie levantó la voz, nadie se manifestó, nadie protestó, porque aquello ocurría a miles de kilómetros de casa. Tampoco el gobierno, ni las asociaciones que defienden los DDHH, ni las ONG..., al fin y al cabo,  Saah es el retrato trágico de miles de niños en África que tendrán la misma suerte, porque tuvo la desgracia de nacer en un país pobre, de ser huérfano en edad temprana, de ser ciudadano de un país donde la vida no tiene valor por la guerra civil que le asola, de nacer en un "lugar" y un "Tiempo" de mal fario, equivocado. Yo quiero desde este rincón, pedirte perdón, Saah, en nombre de los seres humanos y en el mio propio, por ser tan insensibles a tu muerte, por no haber hecho nada para evitar tu tragedia y la de tantos otros niños, por haberte dejado morir como un perro en la calle (es cierto que no hemos sido culpables directos de tu muerte, -si así fuera no podría escribir estas líneas-, ni tan siquiera dirigirme a ti), pero el silencio, la indiferencia, y el  mirar para otro lado, nos hace cómplices de tu muerte. Sé que ya es tarde para pedirte perdón, pero en el lugar donde  te encuentras, no cabe sino el perdón, la comprensión,  y el amor. ¿Lo harás? !Ojalá tu muerte sirva para despertar la conciencia de una sociedad que ha perdido el rumbo!



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