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sábado, 22 de noviembre de 2014

La copla entre barrotes





En un día plomizo y gris caminaba Isabel Pantoja entre funcionarios de prisiones. Los chirridos de las puertas de la prisión de Alcalá de Guadaira marcaban la diferencia entre la libertad y el determinismo. Debió ser un ruido estremecedor para la tonadillera, acostumbrada al aplauso de los escenarios, a la luz de las candilejas, al ritmo del cante..., por el de las cerraduras, la puertas automáticas, las cámaras de vigilancia. ¿Puede la copla encerrarse entre barrotes? Elegir entrar en prisión el mismo día del sepelio de la Duquesa de Alba, no le ha servido para distraer la atención de los curiosos ni de la prensa del corazón, ni de la otra. Llueve en Sevilla, lluvia fina,  no se sabe, si por la muerte de la Duquesa o la pena de la tonadillera. Condenada por blanqueo de capitales  a dos años de prisión no ha podido eludirla por aquello del ejemplarismo y la sensibilidad de la gente contra la corrupción. Ya era hora que las cárceles españolas se llenen de banqueros, políticos, empresarios y tonadilleros, que convivan con "los robapollos". Tampoco se está tan mal dentro (todo te lo dan hecho) comparado a como se vive fuera, es para pensárselo (esto último por "los robapollos", no por los otros). Sólo es cuestión de adaptarse y de cambiar los escenarios por el salón de actos de la prisión, el módulo por "Cantora", los jardines, la piscina,  y las flores, por la comunicación y la convivencia entre reclusos. Los aplausos serán más sinceros porque son para alguien de los nuestros (pensarán los internos), la cercanía más humana, la hermandad más auténtica: nunca la tonadillera vivió más a ras del suelo que ahora. Allí tendrá tiempo de meditar sobre la fugacidad de la vida, los honores y la fama. La junta de Andalucía acaba de retirarle la medalla de ciudadana ilustre andaluza, porque la ética y la estética no son incomptibles. ¿No quedamos con Santa Rita que "lo que se da no se quita"? (la administración, siempre celosa de velar por la ejemplaridad y las buenas costumbres de sus ciudadanos) No está bien ser una excelente artista y buena defraudadora (o una cosa o la otra, pero no ambas) A este paso, las medallas, siempre a título póstumo. No llueve sobre Sevilla. Tampoco el cielo está plomizo (es más, no sé como está el cielo) pero, ¿Qué más da? A mi me lo parece, y tal como se me aparece así es.


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