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sábado, 1 de septiembre de 2012

LA PAIDEIA




Corren malos tiempos para la educación en éste inicio de curso ¿y cuándo no? Recorte de sueldos, supresión de la paga extra, sexenios sin remunerar, presupuesto de investigación no aprobados, y parte del sector en la calle protestando por los ajustes del gobierno. Pues bien, a pesar de todo esto sigo creyendo en la Educación de mi País, porque el secreto de la enseñanza no reside en el dinero sino en la calidad de las personas que la imparten y en la alta profesionalidad de los enseñantes.
Porque a pesar de los recortes, habrá profesionales enamorados de su profesión que defenderán su asignatura como la más importante e imprescindible. Que se esforzarán junto a sus alumnos para enseñarles cosas y hacerles pensar para tener un espíritu crítico e inconformista. Sabrán trasmitir pasión por el trabajo bien hecho, espíritu de sacrificio, esfuerzo y constancia, y a saber encajar contratiempos, cuando las cosas se tuerzan, en definitiva a saber madurar y así superar las etapas propias de un proceso que nunca acaba. Estoy seguro que mis compañeros de profesión seguirán acompañando a los alumnos en las aulas, equivocándose, con dudas y no certezas, aceptando no saber la respuesta, dejando a un lado el complejo de catedrático a la antigua, buscando juntos. Es posible que algún día estén enfadados por no se sabe qué, o que haya una mala contestación o un rifirrafe en el aula. No los condenemos, son humanos y tienen derecho a equivocarse. Sus motivos tendrán y lo importante es saber entenderse. Seguirán comprendiendo actitudes de alumnos que proyectarán sus hastíos, enfados, frustraciones y problemas; alumnos conflictivos que necesitan un trato especial y la paciencia y comprensión del profesor hasta límites insospechados, pero ellos sabrán aguantar. Sus clases serán un sitio de inquietudes, preguntas y diálogo, un lugar de libertad donde la búsqueda de la verdad no reside en el profesor sino también en los alumnos. Lugar de pensamiento libre, donde no hay alguien que dice lo que es bueno o es malo, sino alguien que enseña a saber diferenciarlos, respetando opiniones ajenas, sin imponer ideologías políticas, ideas personales, creencias o de sexo. Conozco a muchos de ellos en activo y a muchos alumnos que salen de sus aulas, bien preparados, con ganas de comerse el mundo y confiados en sus posibilidades; excelentes alumnos y mejores personas. Alumnos que cuando hablan de sus profesores se les iluminan los ojos y los recuerdan con nostalgia y agradecimiento, porque supieron entenderles y sacar de cada uno sus talentos, respetando su individualidad y su personalidad.
Todo lo dicho, no quita que entendamos los problemas laborales, los ajustes económicos, la defensa de los derechos laborales y las reivindicaciones económicas de nuestros enseñantes. Sin olvidar que la calidad de la enseñanza no solo procede de los recursos económicos sino de la cualificación y buena voluntad de los profesionales de la enseñanza.
¿Realidad o utopía? Las dos. Mi experiencia en la enseñanza durante 34 años así lo confirma: hay profesionales enamorados de su profesión por vocación. Son lo mejor de la enseñanza, junto a los alumnos. Ni todo el oro del mundo es suficiente para pagar este servicio tan hermoso como es educar y enseñar al que no sabe.


N.B. DEDICADO A MIS COMPAÑEROS DE PROFESIÓN DEL IES MIGUEL DE CERVANTES DE GRANADA, DE LOS QUE APRENDÍ MUCHAS COSAS BUENAS Y A QUIENES ECHO DE MENOS

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