"Los incendios ocurridos entre 2001 y 2010, unos 170.000 en toda España, calcinaron una superficie forestal tan extensa como la Región de Murcia. Más de 1.130.000 hectáreas se perdieron en una década, la primera del siglo XXI, devastadora para el bosque español y en particular, para los denominados –quizá paradójicamente– espacios naturales protegidos. Casi un 20% de los incendios declarados entre 2005 y 2010 ocurrieron en parajes como el Parque Natural del Lago de Sanabria –el mayor lago de origen glaciar de la Península–, que en seis años ha sufrido nada menos que 126 fuegos. La mayor parte de ellos fueron intencionados." Rubén Díaz Caviedes 18/08/2012 (El Confidencial)
España arde por los cuatro costados, sin que nadie haga lo suficiente para impedirlo. Nuestro país es muy seco, debido a la pertinaz sequía que ciclicamente nos visita sistemáticamente. Pero si la metereología no ayuda, -que no lo hace- el hombre moderno cuenta con los medios técnicos suficientes para controlar el fuego que asola a nuestros bosques. Otra cosa es que haya verdadera voluntad para atajar el problema. ¿De quién es la culpa? Muchos ciudadanos españoles nos hacemos la misma pregunta sin encontrar una respuesta satisfactoria. Lo mismo hacen las administraciones central y autonómicas y cada una culpa a la otra a la hora de asumir sus responsabilidades, y mientras tanto, perdemos miles de hectáreas de masa forestal.
El problema es complejo y requiere un análisis donde cada parte asuma su responsabilidad. Son múltiples las causas que provocan el incendio de nuestros bosques: económicas, técnicas y políticas. Siempre se ha dicho que los incendios del verano hay que apagarlos en invierno. Es cuando hay que limpiar el bosque, ya sea por medios naturales con el pastoreo de grandes rebaños, o por medios técnicos de limpieza de ramajes, suelo y corta fuegos. Pero, efectivamente, esto requiere recursos económicos que las administraciones han recortado y ahora recogemos las consecuencias. Igualmente hay que endurecer la legislación y el código penal para que a los pirómanos nos les resulte gratis el tremendo crimen contra el medio ambiente. Es cierto que la ley impide urbanizar terrenos procedentes de incendios para asentamientos humanos; igualmente debe impedir vender y hacer negocio con la madera quemada, para eliminar así una de las causas que podrían ser causa de nuestros incendios. Junto a esto, debe haber mayor coordinación y vigilancia entre la administración central y la autonómica. El fuego no distingue fronteras entre comunidades autónomas. Las competencias recaen sobre cada comunidad pero la solidaridad y la eficacia debe de estar por encima de los orgullos personales de nuestros políticos por apuntarse un tanto...luego viene los desastres y las culpas de unos contra otros.
Pero si lo hasta ahora dicho es importante, lo es más una verdadera educación ciudadana de concienciación sobre el famoso slogan de "que cuando un bosque se quema, algo suyo se quema". Es evidente que alguien que atente contra el sistema ecológico debe tener problemas psicológicos o intereses económicos. Desde este punto de vista, hay que distinguir entre incendios provocados, consecuencia de descuidos fortuitos humanos, chispas de herramientas y máquinas del campo, colillas mal apagadas, barbacoas irresponsables, rastrojos no suficientemente controlados. etc, a los provocados por causa naturales rayos, calentamiento de vidrios, desprendimiento de cables de alta tensión, etc, a incendios intencionados, planificados y queridos por la mala voluntad de personas que solo quieren hacer daño. Estos últimos no son difíciles de clasificar, cuando el fuego prende por cuatro puntos diferentes, por sitios y lugares de difícil acceso y en días de viento, entonces "blanco y en botella", son intencionados y el peso de la ley debe caer inexorablemente sobre ellos. Y más cuando hay víctimas humanas, entonces estamos hablando de algo muy serio.
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