Flores amarillas símbolo de la fidelidad, han germinado hoy, a la vera del camino del Pago moral, uniéndose a la fiesta en esta soleada mañana en la que ha despertado Abla. Hace veinticinco años sus semillas, fueron plantadas por una pareja de enamorados con la ilusión de construir un proyecto de vida de amor, entrega y felicidad. Tenían a quien parecerse.
Por azar del destino, en la mesa del banquete donde me colocaron, quedaron dos asientos libres sin ser ocupados por ningún invitado. Eso era lo que todo el mundo veía, pero estaban equivocados. La realidad era distinta. Allí estaba el Tio David, la Tía Carmela y Curro con una alegría y una sonrisa de orgullo y satisfacción de ver a su familia más unida que nunca en la felicidad, arropando a una pareja de enamorados, cuyas miradas reflejadas en sus semblantes, rebosaban complicidad y cariño.
Desde mi privilegiado observatorio, veía a la gente comer, beber y bailar al compás de la música del conjunto. Mientras lo hacía comentaba con el Tio David, con la cerveza en la mano, que la vida había sido generosa con nosotros y que había merecido la pena vivirla. Las angustias, sufrimientos y avatares, sólo eran un guión escrito por la providencia cuyo final no podía ser sino el mejor. La Tía Carmela asentía en silencio, como esposa enamorada de su marido y madre de sus hijos. Lo que siempre fue: esposa y madre ejemplar. Me decía entre la emoción y lágrimas de alegría, que para ella, hoy era un día de gozo y de orgullo familiar, su Mari Carmen sellaba un pacto de amor con Marc delante de Dios, lo que ya era público y notorio delante de los hombres. Algunas veces, con la mirada perdida, como distraida, asentía a mis preguntas. No paraba de hablar de sus hijos: David, Mari Carmen, Marina y Bernardo Miguel. "A todos los eduqué en la rectitud, el amor y el respeto a los demás, y de todos ellos estoy muy orgullosa y los llevo en mi corazón. Espero que ellos hagan lo mismo con mis queridos nietos. Un beso para todos ellos desde el Cielo" -me decía- "Ah, a Dani y David que ayuden a sus padres a mantener las flores del Pago Moral siempre frescas". - Así se hará, Tía Carmela-.
Mientras, Currillo, jugando entre las mesas, recababa la atención de su abuela Carmen preguntándole: -¿No es verdad abuela que mi mamá hoy está más guapa que nunca?-
N.B. DEDICADO A MIS PRIMOS MARC Y MARI CARMEN EN SU ANIVERSARIO DE BODA, PARA QUE LA FELICIDAD QUE IRRADIAN SUS SEMBLANTES NUNCA DESAPAREZCA.
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