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martes, 22 de diciembre de 2015

España: Inestabilidad e Incertidumbre





"Me interesa mucho el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida", -decía Woody Allen- Los españoles, por lo visto en las recientes elecciones no piensan igual que el cineasta neoyorquino. Es más, se han acordado del pasado y no de forma ecuánime: Han castigado la corrupción de los partidos tradicionales (PP y PSOE), y han dado su voto de confianza a partidos emergentes (Podemos y Ciudadanos). La consecuencia es obvia, España hoy es ingobernable y la inestabilidad es el denominador común. El bipartidismo ha saltado por los aires y el tiempo de los pactos y el diálogo ha comenzado. Esto en teoría porque en la práctica no se descarta una repetición de las elecciones en la próxima primavera.
¿Quién ganó las elecciones? Estas elecciones no las ha ganado nadie y las hemos perdido todos; si me apuran, el ganador ha sido la inestabilidad, la incertidumbre, el colapso, y la irresponsabilidad de muchos ciudadanos, que han votado más por la inercia y el descontento que por la razón y el conocimiento. No hay  una falacia más grande en política que creer que el pueblo es sabio y nunca se equivoca (un poco del conocimiento de la historia no vendría mal a nadie). Han sido los ciudadanos con sus votos, los primeros responsables de esta situación en la que nos encontramos, lo que no exime de responsabilidad a nuestra clase política.
Ha sido el PP quien ha ganado en escaños y en votos (123 escaños y 7.200.000 votos) pero perdiendo a 63 diputados y casi cuatro millones de votos. Un batacazo impresionante y una debacle sin precedentes. ¿Por qué se ha producido tal defección? Por el gravísimo error de valorar la economía sobre  otros aspectos sociales, abandonando y descuidando las necesidades reales de los ciudadanos, sin elaborar una pedagogía explicativa convincente. Por los daños sufridos por los recortes sociales mal aplicados y peor explicados. Por la falta de diálogo con la oposición y el resto de partidos políticos para aunar esfuerzos y aplicar una política de consenso. Pero sobre todo, por la corrupción de varios de sus dirigentes a los que el pueblo no ha perdonado, y la forma de gestionarla y explicarla; primero, negándola, y después, reconociendo la falta de transparencia y colaboración con la justicia. Y si bien es cierto, que el gobierno ha desarrollado nuevas leyes anticorrupción, éstas han llegado tarde, o no han sido suficientemente explicadas. Y por supuesto, la política de comunicación de Mariano Rajoy, desacertada y catastrófica (no solo de su partido  sino también de su gobierno, alejada de los problemas reales de la gente). Si a esto sumamos, la deficiente campaña electoral del PP,  y la aparición de Ciudadanos -un partido emergente- que ha peleado por el mismo espacio ideológico de centro-derecha que el PP, tenemos las claves de su debacle en España.



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