Copo de nieve
Cuando aún era temprano,
me asomé a la ventana,
al oí ladrar a mi perro,
nervioso y asustado,
por alguien que le observaba.
Entre los copos de nieve,
había un muñeco muy grande,
con su risa aplatanada,
su piel algodonada,
con brazos y pies de alambre.
Completamente desnudo,
redondo como una bola,
comenzó a rodar poco a poco,
y así sus kilos aumentaban,
hasta ponerse muy gordo.
Copo de nieve se transformó,
en un muñeco gigante,
redondo como un balón,
con una barriga grande,
y su nariz de pompón.
Corría de aquí para allá,
y a los niños divertía,
sin darse cuenta jugaba,
mientras el sol de mediodía,
a su piel de nieve derretía.
Su fina piel deteriorada,
a trocitos se caía,
y de sus ojos dolientes,
lágrimas discurrían,
diciéndole a los niños:
!Adiós niños, hasta siempre!
antonio gonzález
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