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domingo, 20 de diciembre de 2015

Cosas que nos preocupan para ser felices






¿En qué consiste la felicidad? Aristóteles nos dice que puesto que la felicidad (o placer) es aquello que acompaña a la realización del fin propio de cada ser vivo, la felicidad que le corresponde al hombre es la que le sobreviene cuando realiza la actividad que le es más propia y cuando la realiza de un modo perfecto. La pregunta más obvia es ¿Cuál es la actividad propia del hombre? Son múltiples aunque la que más le caracteriza es pensar. Simplificando a Aristóteles, creo que la actividad más propia es la que más le conviene en cada momento según le informan sus facultades intelectivas y volitivas.
Comer unos boquerones fritos con una cervecita bien fría en el aperitivo, puede ser una actividad querida en un determinado  momento, a ciertas horas del medio día, que ayuda a que seamos felices ¿Puede alguién dar más? Sí, algunos prefieren renunciar a este placer con tal de que la casa no huela a pescado frito, o bien no les guste el pescado frito. Como veis, hay gustos para todo. Conozco unos amigos que han renunciado a pasar una noche buena en un cortijo porque los hijos se niegan a oler a humo del hogar. Para estos jóvenes debe ser un desdoro oler a humo en la discoteca o el botellón y prefieren oler a desodorante y a Chanel 5 que a humo de la lumbre. Algunos encuentran la felicidad en estas cosas, otros la encontramos en otras.
Respecto a la felicidad, acabo de leer entre los periódicos digitales que los españoles está preocupados por tres cosas: En ser felices, no tener gases y no tener eyaculación precoz. La verdad que es preocupante esto de la felicidad. Nos hemos pasado toda la vida buscándola y una vez que ha pasado descubrimos que la felicidad era: ser joven, tener buena salud, proyectos, y trabajar para formar una familia. Para finalmente constatar que la felicidad no se aprecia hasta que no la has perdido o dejado pasar. Es cierto que uno no valora en su justa medida lo que tiene hasta que no lo pierde, o no lo puede recuperar.
Lo de tener gases sí que es un problema embarazoso y pesado. Porque ¿Qué hacer con tan molesto problema si convivimos con otros? (bien sabido es, que lo que conviene a la salud del cuerpo puede estar reñido con las normas sociales de educación) Afortunado un señor de Málaga que le extirparon un tumor maligno mientras tocaba el saxofón en el quirófano. Nada se nos dice si desentonaba o no, pero lo de menos era la melodía, aunque la predisposición psicológica del paciente no podía ser mejor, al hacer lo que más le apetecía. Si esto no es felicidad que venga Dios y lo vea: Hacer lo que a uno le gusta, mientras te quitan un peso de encima, es algo grato a la vez que sorprendente.
Ya se sabe que lo de la felicidad es problemático y muy personal ¿Quién rechazaría una fabada asturiana de esas que quitan el hipo? Muchos prefieren no comerla por esto de los gases; ellos se lo pierden.
Aunque si hablamos de infelicidad, no hay nada peor que la eyaculación precoz, esto sí que afecta a la felicidad de lleno, aún para los que siempre llegan tarde. No hay cosa peor en el mundo que desfondarse a destiempo y no cooperar en la felicidad de la pareja: el aturdimiento es prematuro. Y es que en estas cosas puede pasarnos lo que aquel mejicano agarrado que cada vez que iba de tequila con su pandilla de amigos, se metía las manos en el bolsillo a la vez que decía: "no se me adelante ustedes"; y mientras esto decía, se metía las manos en el bolsillo pero nunca las sacaba para pagar. Hasta que ya mosqueados sus amigos, convinieron que en la próxima vez ninguno se adelantaría a pagar. A la hora de pagar, comenzó con la cantinela: "No se me adelanten ustedes...No se me adelanten...; -al ver que nadie se adelantaba a pagar, cambió su plática- "pero tampoco se atrasen..." Pues eso, tan malo es adelantarse como retrasarse.
¿Qué conclusiones podemos obtener sobre nuestra pregunta inicial acerca de la felicidad? La primera, es que el ser humano pretende ser feliz y muchas veces yerra porque no valora en su justa medida aquello que necesita realmente (la clave esté en la palabra "realmente"). Pone excesivamente el acento en el "tener" y "poseer" sin cuestionarse si lo necesita, influido compulsivamente por una sociedad del consumo, lo cual no es una buena solución (nunca la posesión de las cosas podrá dar la felicidad), ésta se encuentra en "el dar", "el recibir" y en "el compartir", palabras apropiadas en estas fechas para ponerlas en práctica con la familia y los amigos. Y la segunda,  es ser modestos y no pretender conseguir algo inalcanzable: la felicidad no existe, existen momentos felices que hay que saber disfrutar y valorar en el momento presente, aceptando nuestras propias limitaciones. Si la buscamos, seguro que la encontraremos, posiblemente en los pequeños detalles que hacemos a diario y que muchas veces no valoramos en su justa medida.



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