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miércoles, 16 de diciembre de 2015

El Bendito, un maquis de la posguerra






Un rastro de sangre dejaba la mula a su paso por las calles del pueblo. Un reguero de sangre era el único testimonio de lo que había quedado del Bendito, maquis y bandido de la posguerra, acribillado a tiros en Monte Negro en una batida de la guardia civil. Era impensable que aquel cuerpo diminuto que yacía a lomos de una mula, rodeado de tricornios, hubiese traído en jaque a más de cien guardias civiles venidos de la capital. Cubierto por una manta y con los dos pies descubiertos, calzados por unas zapatillas de esparto, aquel cuerpo humano esperaba en la plaza del pueblo la venida del juez para poder ser velado y después enterrado. No todo el pueblo tenía los mismos sentimientos de aprobación o desaprobación. Unos lo consideraban un héroe antifranquista, un luchador hecho a sí mismo, que había asumido la justicia social del pueblo y mediante su lucha redistribuía lo robado entre las gentes más pobres y necesitadas (un Robin Hood moderno). Lo que tenía de bondadoso y dadivoso para las clases más humildes de la comarca, lo convertían en un bandido terrible y  feroz para los ricos terratenientes. No había cortijo o hacienda en la comarca que él no hubiera robado, para luego repartir entre los más pobres y necesitados. Otros lo consideraban un bandido despiadado, asesino e inhumano, contrario al régimen franquista y de ideología anarquista. Su botín se limitaba a víveres del campo como trigo, cebada, patatas etc o animales de granja. Cuando lo capturaron solo encontraron en sus alforjas un trozo de pan duro y un poco de tocino ahumado. Aún recuerdo este día, cuando a lomos de una mula se desangraba muy lentamente, frente a las puertas de la CNS, en la plaza del pueblo. Yo era un niño muy pequeño que a manos de mi abuelo pasaba por allí. Recuerdo que al preguntarle a mi abuelo por aquel hombre, éste mirándome fijamente me dijo: Hoy han matado a un hombre bueno y justo.


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