Translate

jueves, 3 de julio de 2014

Mi patria es todo el mundo





¡Cuantos problemas nos evitaríamos si aceptásemos esta frase como propia! "Mi patria es todo el mundo" decía Lucio Anneo Séneca en sus Cartas a Lucilio, libro III, carta 28, cuando fue desterrado por el emperador Nerón fuera de su amada Roma. Hemos sido educados para pertenecer a un lugar, amar una patria, una lengua, una cultura, una tradición; pertenecer a una raza, una bandera, una ideología, un grupo político, una religión...Para antes de ser hombres universales sin fronteras, ser del terruño, andaluz, catalán, vasco, español, italiano, alemán. Este es el legado que todos hemos recibido gracias a la educación recibida de nuestros padres,  nuestra familia, la escuela y detrás de todo el Estado. Todos orgullosos de lo que somos. Nos identificamos con un equipo, un color, un rol, un status, y de ahí nadie nos baja del burro. Todos orgullosos de lo que somos o hemos sido. Nos atribuimos los éxitos de nuestro país, la grandeza de su historia, la hazañas honrosas de nuestros héroes y las hacemos como propias..., y ocultamos las vergüenzas, las derrotas, las atrocidades de las guerras, las leyendas deshonrosas. Nacemos universales en estado de naturaleza pura, pero la educación nos pervierte en la división, la frontera, la diferencia. Mejor que la educación "el adoctrinamiento colectivo en unos "valores" que solo buscan la manipulación, el enfrentamiento, la envidia, la agresividad, la diferencia. La historia muestra al hombre agrupado por afinidades, cercanía, tribus, y pueblos; la antropología muestra que los grupos primitivos humanos se agrupaban por economía y subsistencia: La unión hacía la fuerza la desunión traía pobreza, debilidad, inadaptación en el medio, derrota ante la tribu cercana, etc. Ahora bien, ¿Es mala la diversidad? ¿Es negativa la diferencia? Evidentemente, no. La diversidad es buena porque enriquece al colectivo y porque no puede darse una sociedad completamente homogénea y uniforme. La cultura es rica por su multiplicidad de matices y la dialéctica de los contrarios que crea de forma fecunda. Tampoco la diferencia, porque la naturaleza nos ha hecho a cada uno diferente dentro de un entorno físico y cultural. La competitividad es buena, ejemplar y estimulante, siempre que se respeten las reglas y los principios y no se traspasen los límites. La globalización cultural es fundamental para relativizar nuestras pautas culturales y confrontarlas con otros pueblos que al fin  y a la postre no son tan diferentes ni diversos a nosotros. El error de algunos pueblos endogámicos es sobrevalorar y sacralizar lo suyo, como la raza, la lengua o la religión, excluyendo y anatematizando a los otros hasta el empleo y justificación de la violencia. Y más grave aún, que sus gobernantes y líderes políticos no la condenen por razones ideológicas y miren hacia otro lado. Lamentable, por no decir bochornoso y denigrante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario