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lunes, 14 de julio de 2014

La Ermita los Moros





Al llegar a mi pueblo desde Almería se encuentra un letrero que dice "Abla ciudad romana" o algo parecido. En frente, el monumento más representativo romano llamado vulgarmente "Ermita los moros" que ni es ermita ni es de los moros. Son las paradojas históricas. Hablamos de un  mausoleo romano, restaurado por la Junta de Andalucía, que muestra el paso de la civilización romana por Abla. Nuestros patronos son tres soldados romanos que murieron martirizados por defender su fe, a finales del siglo III, junto a San Segundo, considerado uno de los siete varones apostólicos que vinieron a nuestras costas a predicar la fe. Hoy la gente sigue las creencias de sus antepasados pero su fe queda tan oculta como los vestigios romanos. Volvemos a la iglesia de las catacumbas, cosa que no me parece mal, aunque sin persecución ni martirio. Para "martirio", (no porque ver la película, lo sea) la película realizada por los paisanos donde se relata con emotividad y realismo la muerte de nuestros Santos. Las fiestas son más folklóricas que religiosas y hasta paganas, llamadas de primavera (eso sí, en honor de los Santos Mártires)  si alguien duda de la vuelta a los orígenes, aquí tiene un botón de muestra. Las címbras y los pagos agrícola tienen la mayoría nombres árabes, muestra del pasado esplendoroso de nuestros antepasados y de la capacidad técnica para luchar contra la sequía, en una tierra cuya batalla contra  el desierto, la tiene perdida. Es cierto que lo hicieron para su provecho, pero es de agradecer, aunque la falta de lluvia las mantiene secas. ¿Es Abla romana? Por sus orígenes no cabe duda, pero es algo más: Es un crisol de culturas de un pueblo estratégicamente situado entre Granada y Almería, en la Alpujarra almeriense entre el interior  y la costa. Hoy es un pueblo bello, limpio y hermoso, de rincones de postal, de balcones floridos..., pero sin gente. Pierde habitantes, la población envejece y los jóvenes emigran; las espectativas de futuro son poco alagüeñas, pese al esfuerzo de las autoridades para mantenerlo a flote. La pregunta que nos hacemos los abulenses es ¿Cómo podemos regenerar nuestro pueblo? ¿Qué debemos aportar y a qué nos vamos a ocupar? Abla es romana porque sus calles, plazas y rincones se parecen a catacumbas abiertas al sol, a mausoleo, donde sus hijos emigrantes vuelven a reposar junto a la ermita de sus Santos Patronos, donde la vida languidece en sus solanas de ristras de ajos y pimientos secos, bajo la férrea disciplina de la medida del tiempo que marca el reloj de su flamante torre nueva de la Iglesia.



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