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lunes, 4 de junio de 2012

CAMINO (II)




Visita obligada, camino de Santiago por la campiña riojana, es el Monasterio de Yuso o Suso, cuna del Castellano o Español en San Millán de la Cogolla. Entre parajes quebradizos,  boscosos y viñas, resuenan las palabras balbucientes  de un monje anónimo entre latín y un incipiente castellano mezclado el uno con el otro, formando una semejanza como la del hijo al padre; es un canto dirigido a la Santísima Trinidad para que el pueblo pueda entender lo que rezaba. En la sencillez y austeridad de aquellas paredes y entre grandes libros corales, se esconde parte de nuestra identidad como pueblo.
Luego, de paso, un alto en el camino en Santo Domingo de la Calzada para contemplar su catedral y su torre barroca para después llegar a Burgos, no sin antes pasar por el yacimiento de Atapuerca, divisando en el horizonte la silueta  de las torres-agujas de la Catedral Gótica de la ciudad castellana, la Capilla del Condestable, la Cartuja de Miraflores y Las Huelgas. Mucho gótico puro, demasiado atracón para digerir en un solo día, gótico flamígero o isabelino, barroco...pero las exigencias del guión así lo establecía.

  1. Pero si Burgos es la expresión pura del gótico tardío, León es la exaltación del gótico puro de la esbeltez  de su catedral y el juego de luces y sombras de sus vidrieras. Su interior es un libro abierto que se lee al compás de la la luz desde que amanece hasta que anochece, por medio de miles de representaciones dibujadas en sus vidrieras policromadas, que recobran vida cuando la luz del sol calienta sus huecos de piedra tallada en arcos ojivales, mostrando al espectador -asombrado  por su belleza- los misterios de la religión y las costumbres de la  época. Todo para la mayor comunicación del gótico con el pueblo, frente al románico escueto y desnudo para mayor recogimiento de los fieles.  Destacan el gran rosetón central situado en el pórtico, entre las dos torres de aguja, y los rosetones del transepto norte y la capilla de Santiago. Sus arcos ojivales y sus bóvedas de crucería hacen de esta catedral el símbolo por excelencia de la Jerusalén celestial. Es la piedra la que emerge de la tierra, como mano abierta hacia el cielo, o tal vez el cielo que baja para acampar sobre la tierra. Si alguien quiere imaginarse el cielo, ya tiene el modelo.

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