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miércoles, 30 de mayo de 2012

EL CAMINO




La vida es un camino que el hombre recorre en el tiempo. Todo camino es un medio para alcanzar un fin, un instrumento para alcanzar una meta. Sin meta no hay camino, sin sentido todo se torna absurdo. Sin proyecto el horizonte se difumina en la nada y la nada es absurda. Santiago de Compostela era la meta: un "campo de estrellas", que brilla con luz propia en la inmensidad del obscuro universo que representa la insondable mismidad del ser humano, y cuya iluminación es necesaria e incuestionable para encontrar la salida a las inquientantes preguntas sin respuesta que todos nos hacemos. Es bueno trazarse metas y proyectos a corto plazo, retos que nos saquen de la rutina diaria. Contactar con gente y sentir el fluir de la vida mediante la palabra y el esfuerzo del camino. Saber que otras personas sienten y tienen las mismas inquietudes y aspiraciones que tú, sin fronteras y barreras que se interpongan: un lenguaje universal. Otras veces el diálogo será en la soledad, con uno mismo -como decía San Agustin- "No busques fuera de tí lo que está dentro". Es el pago a nuestra libertad, pues, como decía Sartre, "estamos condenados a ser libres", a forjarnos nuestro propio destino.
Son muchos y variados los motivos de los que inician el camino: desde los culturales a los religiosos sin olvidar los aventureros o ecologistas. También sorprende la cantidad de personas de toda clase, edad, nacionalidad y condición; aunque la mayoría, son personas mayores frente a los jóvenes. Los medios utilizados son variados: andando, en bicicleta, en coche, en solitario, acompañado, en grupo etc. Pero a todos les mueve un mismo reto, una misma fe, una misma esperanza: llegar a Ítaka. Después, Dios dirá.


Inicié el Camino sin trazarme objetivos que alcanzar. Entre el escepticismo y la curiosidad de no saber qué buscar  y menos qué encontrar. A la invitación de mi hermana Paqui y de mi Prima Maricarmen, se unió mi hermana Marina.  Mi Señora y yo no pudimos eludir el reto de una aventura, cuyo final era impredecible, como toda actividad humana.
Nuestra aventura comienza en San Juan de la Peña. Un monasterio románico situado en un paraje natural de extraordinaria belleza. A diez kilómetros de Jaca (Huesca) y con los Pirineos aún vestidos de blanco, el lugar se presta al recogimiento y la meditación. El claustro románico, situado bajo una inmensa piedra que surge de la montaña para ser cielo y techo a todo el monasterio, impresiona por su grandiosidad, formando naturaleza (piedra) y arte (Claustro); un escenario donde cielo y tierra se unen en un abrazo eterno, desafiando al tiempo y a  las leyes de la naturaleza. Sus capiteles son un libro de piedra abierto, donde se narran los acontecimientos más importantes de la vida de Jesús, visualizados para gente iletrada. En la parte superior del monte, se sitúa el nuevo monasterio y el hotel, junto a un museo, interesante para conocer la vida social y monacal del siglo XI.
Gratificados por el excelente desayuno del hotel, nuestra próxima etapa es Eunate. La Capilla funeraria de origen templario por su forma octogonal, imitación de un templo en Jerusalén, de estilo románico, dedicada a Santa María de Eunate. Diversos símbolos ocultos se encuentran entre sus muros y capiteles que apuntan a sus verdaderos fundadores, como el "Bafomet" o macho cabrío, adorado por los templarios como si fuese un Dios.
Muy cerca de Eunate, se encuentra Puente la Reina, ciudad de obligado paso para vadear el rio Arga y donde confluyen los caminos de Aragón y Navarra, paso estratégico de peregrinos y ciudad acogedora de albergues e iglesias; destacando Santiago y San Pedro, junto a su preciosa Calle Mayor.
Camino de Estella, vamos dejando la orografía verde y boscosa de Navarra, para adentrarnos en una tierra de color ocre-rojiza y menos exuberante, donde el verde aparece en conjuntos de unidades en estrecha formación, formando hileras rectilíneas de vides, cuna de tempranillo, mazuelo, viura, garnacha, malvasía y otras variedades. Es La Rioja que nos acoge radiante, invitándonos a la fiesta, donde la luz, la tierra y la uva se mezclan, ofreciendo al peregrino infinidad de matices de colores y sabores. Nájera, ciudad histórica preromana y que significa "entre dos peñas", fue anexionada al Reino de Navarra por Sancho Garcés I. Su Monasterio de Santa María la Real, resume lo histórico de la ciudad y atesora lo artítico. Su iglesia gótica, el Panteón Real y  el Claustro de los caballeros, mezcla de renacentista y gótico florido, es lo más representativo, formando un conjunto magnífico. Si a lo histórico artístico, añadimos la buena mesa de la zona,  con chuletas al sarmiento o caldereta de cordero acompañado por menestra de verduras, todo regado por caldos riojanos, entonces casi alcanzamos el cielo gastronómico.

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