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viernes, 1 de diciembre de 2017

Sirena Varada




sirena varada

Luz que rasca la mañana iluminando la estancia
en hilos de rocío y nácar, que corren por los cristales
como unas gotas de agua, a través de la ventana.
El campo se ofrece vivo en multicolor estampa,
el olor a heno cortado expande ya su fragancia,
mientras yaces recostada en sábanas de fino lino,
-mi blanca Sirena Varada- en la playa del deseo
entre dunas y olas blancas.

Tus pechos de terciopelo redondos como manzanas,
saben a néctar de dioses, cuando estos recreaban
juegos con ninfas de amor, libando de flor en flor,
en el Reino de las Hadas donde no se pone el sol.
Aquí sola en la mañana, mi sirena del amor,
te consumes en la espera celosa y húmeda,
entre pétalos de flor.

Un marino de ultramar te busca desesperado
entre mil islas y cabos. Un deseo irrefrenable
de pasión inconfesable, mueve su ciega ilusión.
Nadie cuenta haberte visto en playas afrodisíacas,
ni en calas o laberintos de islas de coral y nácar,
o en costas recortadas. ¿Acaso estás secuestrada
por los dioses del Olimpo? 

!Oh triste Sirena varada!
!Recostada en tu lecho de finas arenas de plata;
a la espera que un marino se cobije entre tus pechos,
y sature tu pasión, entre arrumacos y besos! 
!No esperes de los dioses noches de amor y pasión,
pues alejados están de los humanos, por su alta distinción!
Confía más bien en un marino de bajo linaje y condición,
pero experto en el amor.

.../...

Dos copas de champán se miran semivacías,
en un lecho desordenado con prendas íntimas esparcidas:
muestra de lucha y porfía de mi Sirena varada,
en cuyo rostro se miran las olas de espuma blanca,
que apaciguado y sereno, después de una gran batalla,
discurren dos gotas de semen,
en la piel de sus escamas.

          
                   Antonio González


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