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jueves, 5 de octubre de 2017

"Los intelectuales son como las putas, vivimos de gustar" (Fernando Savater)







"Fernando Savater (San Sebastián, 1947), ha sido galardonado con el premio Antonio de Sancha en su XXI edición, otorgado por la Asociación de Editores de Madrid, por su trayectoria personal e intelectual y su defensa del libro y la cultura como elementos indispensables en la educación y en el desarrollo intelectual y ético de las personas.
En una posterior rueda de prensa, el premiado ha manifestado -refiriéndose a Cataluña- que espera no se celebre un referéndum separatista e ilegal  porque es una agresión a la ciudadania."No existe desde el punto de vista político tal cosa como Cataluña. Existe una ciudadanía cultural de Cataluña. El fantasma de don Ramón Lázaro y yo esperamos que no se celebre, que no vuelvan los privilegios feudales y que los ciudadanos lo sean de la nación que entonces se fundó", apuntó. En este sentido, criticó durante la respuesta o ausencia de ella de los intelectuales en nuestro país. "En España, lo que hay es una cobardía monstruosa. No me di cuenta que había tantos cobardes hasta que viví en el País Vasco. Esa cobardía está generalizada y, por supuesto, está en Cataluña", reiteró. "Los intelectuales somos como las putas, vivimos de gustar", continuó Savater. "A muchos intelectuales lo que les ha pasado es que quieren gustar y que les quieran aunque para ello haya que arrastrarse por el fango. Ahora parece que muchos han reaccionado".
Savater afirmó que la efectividad del Gobierno se verá "el día 1", y precisó que "llevamos 5 años haciendo muy poco" en contra de "todas esas tonterías del inmovilismo del Gobierno, como si la ley tuviese que moverse cuando viene gente que quiere violarla".
El escritor criticó un "diálogo excesivo". "El diálogo con los catalanes y con los Pujol en concreto ha existido y ha sido exageradamente grande. Hoy muchos de los personajillos que pululan deberían llevar una época larga en la cárcel. A lo mejor me equivoco y vemos que el día 1 el Gobierno ha hecho bien. Ojalá. Aunque pienso que debieran haber actuado antes". Y apuntó que antes de la crisis "y de que se descubriera qué parte de la misma venía de que los dirigentes robaban", no había "tanto separatismo".
Savater señaló como origen del problema a la educación o más bien a la "deseducación", a no contar las cosas como fueron". En la sociedad catalana "habrá un mal rollo" que costará sanar puesto que "habrá mucha gente frustrada porque se va a sentir engañada". (Laura Galdeano. Libertad Digital, 26/09/2017).

Hasta aquí la noticia, que a mi me ha hecho reflexionar sobre el papel del intelectual en nuestra sociedad occidental y que comparto con vosotros. Tiene razón el gran filósofo y sabio Fernando Savater, cuando manifiesta el papel que debe jugar el intelectual en las sociedades abiertas y democráticas. El intelectual ha de estar comprometido con la verdad y no con la postverdad. (Entiendo por verdad no el concepto metafísico como principio general abstracto, etc sino algo más pragmático y concreto, más bien es una actitud del intelectual para enfrentarse a la realidad con un espíritu veraz, e interpretarla con una actitud altruista de acuerdo con una conciencia libre de toda contaminación, que beneficie la convivencia y el entendimiento entre los pueblos) El criterio para encontrarla es aquella que favorece el bien común, entendiendo por bien, aquel que beneficia a un gran número o mayoría de personas informadas rectamente, y cuyos principios sean adecuados a la rectitud de conciencia, sujetos a los DDHH. Esto como planteamiento moral y ético personal, me parece el más adecuado. Desde un punto de vista objetivo, social o político, "la verdad" ha de estar adecuadamente representada en las normas o principios que rigen las relaciones entre los integrantes de una sociedad, me refiero a la constitución y a la ley, refrendada democráticamente por el pueblo. El intelectual, ha de servir a la verdad desde su propia manera de pensar, pero nunca ha de servirse de sus conocimientos e ideas para dominar o imponer una determinada ideología. Ha de ser un referente de denuncia frente a aquellos  (políticos, instituciones, grupos de presión, etc) que utilizan los mecanismos sociológicos de aprendizaje (Educación, escuela, historia) -no para educar en los valores cívicos democráticos que contribuyan a la convivencia y el bien común-, sino para dominar e imponer sistemas políticos de poder, no respetuosos con el pluralismo político que caracteriza a nuestra sociedad occidental. Se trata de "desmitologizar" a la sociedad, adormecida con falacias y promesas falsas, pues es bien sabido, que el mito es más creíble a las masas como huída por lo que tiene de idílico o fantasioso, que bregar con la cruda realidad, ocultando en el plano de la política diversas formas de poder que se manifiestan como tiranía, caudillismo o populismo, al servicio de intereses ocultos en beneficio de sus líderes o gobernantes La obra y palabra del intelectual, ha de servir como referente para denunciar y descubrir donde se encuentra la manipulación y combatirla desde sus propios postulados con argumentos y razones, convenciendo más que venciendo. También es su deber, entablar un diálogo abierto y sincero con sus contemporáneos, para juntos descubrir esas razones objetivas que contribuyan a la paz, la igualdad y la dignidad de los pueblos. Su rol no es crear una obra para que guste a todos o para posicionarse en defensa de una determinada idea de poder, sino la de ser un agente dinamizador social que establezca un diálogo veraz y sincero a través de su obra, despertar un espíritu crítico y poder contribuir así a la recta formación de ciudadanos democráticamente libres. El verdadero intelectual, debe ser coherente por sus propias ideas, y defenderlas si las considera justas, nunca debe renunciar a esto, a cambio de dádivas y honores. Lo contrario, es "prostituirse" ante los mecanismos de poder que dominan y manipulan a las sociedades modernas (dinero, fama, poder,  etc.)
De lo dicho, querido lector, que cada uno profundice en aquello que le parece más adecuado, sabiendo que en la actualidad el papel del intelectual no es tan importante como  ha sido en otras épocas - a Dios gracias- en un mundo donde el conocimiento no es patrimonio de unos pocos sino que se ha diversificado y globalizado. Su verdad será creíble en la medida que su compromiso sea fiel a ella.





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