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lunes, 11 de enero de 2016

Un fraude de ley





"La democracia no fue ideada para hacer o deshacer Estados, sino para gobernarlos. Una afirmación tan genérica y equívoca pretende alterar el sentido y alcance del derecho de participación política. A partir de ella, cualquier colectivo puede invocarla para decidir lo que le venga en gana, aludiendo que toda expresión de autogobierno es valiosa para engendrar legitimidad. Como si ésta no dependiese de la calidad moral de lo que se decida y cómo; como si el alcance y ámbito de nuestra capacidad de autogobierno no estuviese delimitada por los otros derechos y el derecho de los otros". Subscribo estas palabras de Ramón Vargas Machuca tomadas de un brillante artículo en el País  Digital, donde se evidencian las grandes mentiras del secesionismo catalán y su manipulación del lenguaje por medio de la propaganda política. A continuación prosigue el articulista, "Sin duda, el de participación política es básico e insustituible pero está circunscrito por un núcleo de razones sustantivas que se resumen en el repertorio de los Derechos Humanos y unos procedimientos que se sustancian en el buen funcionamiento del Estado de derecho. Sin ese horizonte moral y asiento institucional ninguna comunidad política deviene comunidad de justicia (el subrayado es mio). Contra este fundamento arremete el proceso independentista catalán, al tiempo que mina algunas de las condiciones que hacen viable la democracia". Se puede decir de otra manera, pero no más claro. Apelar a la democracia sin respetar la ley del orden constitucional, ni los principios morales que la sustenta, basada en los DDHH, es un fraude de ley contra el Estado de Derecho, donde se le da más importancia a "los medios" (democracia) que a "los fines"  (contenidos). Que nadie nos quite lo que nos pertenece; que nadie se lleve a engaño. 



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