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miércoles, 13 de enero de 2016

La Educación es la clave






¿Cómo se explica que un joven nacido hace treinta y tres años en plena democracia odie a España de ese modo? ¿Por qué ese odio visceral? ¿Quién ha inoculado ese odio mortífero a todo lo que suena a España? ¿Tantos han sido los agravios recibidos por parte de un sistema que respeta las formas libre de pensamiento? ¿Acaso este chico no ha sido educado en un clima de tolerancia y respeto dentro de un Estado de Derecho? ¿Por qué esa inquina a la Constitución? Estas son las preguntas que un amigo mio me hacía después de oír hablar al Señor Rufián en la televisión. Mirándole fijamente le respondí:  Educación. Es la educación que lamentablemente el Estado central traspasó a las autonomías y mientras la mayoría de las CCAA han sido leales, otras como es el caso de Cataluña, han utilizado la educación para adoctrinar a los niños en su ideario identitario-separatista, tergiversando la historia, creando un enemigo ficticio y manteniendo un discurso victimista en donde todos los males (incluidas las siete plagas de Egipto) es culpa de España. Y todo esto se ha hecho con el beneplácito y la desidia de los partidos hegemónicos en el gobierno de España (PP Y PSOE) mirando para otro lado, a cambio de pactos coyunturales con los nacionalistas de dudoso rédito político, excepto para sus propios intereses. Difícil encaje y difícil solución tiene este problema del nacionalismo separatista, pues hay que desandar el camino trazado hace más de treinta años, y esto, no se consigue de la noche a la mañana, requiere tiempo y paciencia. ¿Cómo hacerlo? España se encuentra jurídicamente preparada para hacer frente al desafío del separatismo catalán (Constitución y Tribunal Constitucional) pero esto no es suficiente; será necesario un diálogo político para buscar líneas de entendimiento entre unos y otros, siempre desde el respeto a la ley y sus legítimos intereses; y una pedagogía social, donde explicar que juntos somos más fuertes para afrontar los retos del futuro.



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