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martes, 23 de septiembre de 2014

Fenómeno Religioso, Religión y Filosofía





El fenómeno religioso es un hecho multicultural que afecta a todos los pueblos de la tierra. Como fenómeno cultural es suceptible de ser analizado desde la racionalidad de la filosofía y como todo saber puede y debe ser cuestionado como cualquier otro saber antropológico. Su origen nace del afán del ser humano de trascender lo finito y contingente del mundo para plantearse preguntas que no están instaladas en el conocimiento empírico sino que lo trasciende. Es anterior  al fundamento de las mismas religiones y se instala en la raíz del afán de infinitud que subyace en la naturaleza humana. Las religiones en nuestro contexto secularizado, nacen, permanecen se transforman y mueren, pero  el hecho religioso permanece como sustrato a todo cambio histórico, porque su raíz o fundamento es el germen de toda inquietud humana por el deseo de permanencia o deseo innato de inmortalidad. La pervivencia del hecho religioso no es una prueba de la existencia de Dios, pero sí que el origen y la pervivencia de la religión está asociada al deseo de felicidad que como germen está puesto en el espíritu del hombre. Como cualquier fenómeno cultural el hecho religioso ha de ser analizado, cuestionado y racionalizado por la filosofía, tal y como se viene haciendo desde sus orígenes hasta nuestros días. El problema surge cuando se trata de la existencia de la divinidad y sus diversas manifestaciones y categorías, entonces ni el lenguaje ni la experiencia empírica sirven porque el objeto de investigación transciende sus límites.
La crítica filosófica, se ha manifestado asociada a la evaluación y superación del mito como algo que permanece en la su historia, como un elemento indisoluble en su largo caminar. De hecho, la filosofía siempre ha convivido con la  tradición mitológica y nunca ha renunciado a prescindir de él, unas veces en consonancia y otras alejado en posturas y frentes contrapuestos. La crítica filosófica desde supuestos ontológicos y epistemológicos ha ejercido una  labor de clarificación frente al mito y de racionalización de la religión natural, y después,  con la cristiana, a la que prestó su bagaje lingüístico estructural para la comprensión del hecho revelado. La crítica filosófica de la religión subraya los límites de la subjetividad humana, tanto del conocimiento como de la experiencia, y avisa del peligro de la especulación teológica, precisamente porque pretende trascender lo humano. Es un instrumento que ayuda  a comprender la tradición bíblica, no su enemigo antagónico; de hecho, la filosofía occidental ha utilizado referencias de la tradición bíblica para su propia inspiración, sin que por ello haya dejado de criticarla o rechazarla bajo supuestos racionales. La relación entre filosofía y religión ha sido compleja y conflictiva. Tanto el ateísmo  como el agnosticismo son dos fenómenos asociados a este enfrentamiento, aunque  ambas posiciones trasciendan lo meramente filosófico, y se instalen en una actitud existencial que abarca otras facetas del ser humano. No hay que olvidar que la filosofía es un saber reflexivo, crítico, racional e inmanente,  que  analiza, evalúa y da  validez al saber  humano, y el saber religioso, como cualquier otro saber, lo es.



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