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jueves, 7 de noviembre de 2013

RTVV o cómo la cuerda se rompe por el lado más débil




"No cerraré un colegio o un hospital por tener una televisión autonómica" ha asegurado el presidente de la Generalidad Valenciana, Alberto Fabra. 1700 trabajadores serán puestos de patitas en la calle sin comerlo ni beberlo. Profesionales, que sólo sabían cumplir con su trabajo; ahora,  una decisión política les deja en la más completa miseria  a ellos y sus familias: Dramas personales, hipotecas, hijos... Suma y sigue en las listas del paro. El jefe del ejecutivo valenciano,  ha justificado la decisión de cerrar la Radio Televisión Valenciana (RTVV) en la imposibilidad de asumir los 40 millones de euros al año que supondría la readmisión del millar de trabajadores que fueron despedidos en el ERE declarado ahora nulo. "La sentencia es muy clara y no vamos a recurrir porque lo que tenemos claro en estos momentos es que las administraciones debemos priorizar aquello que es fundamental y es garantizar el estado de bienestar", ha asegurado Fabra con rotundidad. 40 millones y garantizar los servicios básicos como educación y sanidad, son los culpables de tal cierre. ¿Es esto todo? No, no es todo. Vamos a ver, ¿Cómo es posible haber llegado a este estado de cosas? ¿Quién es el verdadero responsable de ésta mala gestión de una RTV pública? ¿Cómo una televisión autonómica tiene tres veces más empleados que las TV privadas con implantación en todo el territorio nacional? La sombra de Camps y Zaplana es muy alargada. Las televisiones autonómicas copiaron en parte los vicios de la televisión estatal: el servilismo al poder de turno, la manipulación informativa, el endeudamiento desmedido, la hinchazón desmesurada de las plantillas, la mala planificación, la pérdida de audiencia, la competitividad con las televisiones generalistas..., están en el inicio del cierre. Pero no todo es negativo, también vinieron a cubrir una misión de servicio público: promoción de las lenguas cooficiales, vertebración social y cultural, acceso a los contenidos de proximidad...  El debate está en la calle: ¿Televisiones privadas o  televisiones públicas? Creo que esa no es la cuestión, sino televisiones rentables o no rentables, o al menos no subvencionadas con dinero público.  España no puede permitirse el lujo de tener en cada autonomía una televisión que lejos de informar, opinar y entretener, como servicio público, sea instrumento de propaganda del gobierno de turno en el poder y sirva para satisfacer sus propios fines, o sea, conseguir votos para mantenerse en el poder. Porque para eso y algo más han servido las televisiones autonómicas y las estatales. Ser el refugio de amiguetes de ideología afín, para ocultar y tapar las propias fechorías y denunciar a las de la oposición. ¿Por qué no salen a la luz los canvalaches y mamandurrias de unos y otros? Porque, "yo te tapo donde tu gobiernas y tu haces lo propio donde gobierno yo". Una "omertá" compartida y vergonzosa propia de los reyezuelos de taifas en la que han convertido a España los que se reparten el poder: PP, PSOE y los Nacionalistas. Ahora se ven obligados a cerrar no porque así lo deseen sino obligados por la necesidad hecha virtud. Lo triste de todo es que los verdaderos culpables se irán de rositas, sin asumir su responsabilidad política y tal vez penal. La cuerda siempre se rompe por el lado más débil, la de los trabajadores.



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