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lunes, 25 de noviembre de 2013

Promesas Incumplidas





Ya han pasado dos años desde que el PP ganara las últimas elecciones generales y si hubiera que emplear una palabra para resumir su mandato esa sería, decepción. Los casi 11 millones de ciudadanos que le votaron se sienten decepcionados, engañados y traicionados, porque ninguna de las promesas que se le hicieron se han cumplido. El hartazgo de unos, la desesperación de otros y el cabreo de todos, es lo que sienten los ciudadanos que soportan la crisis con estoicismo obligado sin que se vea  la salida del túnez. La corrupción se ha instalado de tal manera en la casta política que ya las noticias con las que hemos aprendido a vivir ni siquiera hacen impacto entre la población hastiada de tanta golfería. La última es la imputación del PP por el Juez Rus de financiar las obras de su sede en Madrid con dinero de la caja "B". Si esto llega a probarse y condenarse en sentencia firme, sería la puntilla de "muerte política" de la cúpula dirigente del PP, incluido su presidente Mariano Rajoy, cansados de negar la mayor. Con todo lo que está cayendo, Rajoy acaba de declarar que piensa cumplir el mandato que el electorado le entregó.  Con esa paciencia franciscana que le caracteriza, el presidente desespera a propios y extraños. Su forma de llevar los asuntos de Estado, sin la mínima alteración en los tiempos, sus pautas y silencios, muestran al hombre parsimonioso y comedido que tiene la virtud de la paciencia gracias a padecer el defecto de cierta falta de carácter. Con afirmar que España se ha librado de un rescate económico y que se ha superado la recesión -que no la crisis- creen que es suficiente. No solo no se superado la crisis sino que se le ha dado la espalda a la clase social del partido con el mayor ejercicio de deslealtad: no cumplir el programa electoral. Se hecha en falta un nuevo impulso renovador en los dos años  que aún quedan de legislatura, empezando por una Ley de financiación de los partidos políticos lo que evitaría la existencia de los trincones económicos, los dineros en cajas B, los intermediarios y toda esa recua de chupócteros que medran con el dinero de todos, gracias a la opacidad del dinero de los partidos políticos, razones por las cuales no les interesa la claridad ni la transparencia en sus cuentas. Con Rajoy al frente del gobierno o sin él, España necesita urgentemente una nueva  ley de transparencia política que acabe de una vez con casos como el Bárcenas y toda esa ralea de golfos y trincones que al aparo de la opacidad se enriquecen  con el dinero de todos. España necesita un auténtico partido de centro-derecha que defienda sin medias tintas la vida, la justicia despolitizada, la defensa de las víctimas del terrorismo, la economía de mercado, la libertad de empresa, el mercado interior único, la unidad de la nación, el derroche de las CC.AA., la disminución de impuestos, la buena gestión, la separación real de poderes, las listas abiertas, la contención y transparencia en el gasto público, el humanismo  cristiano..., valores que están en el ADN del Partido Popular y que lamentablemente ha decepcionado a sus votantes y a una mayoría absoluta que le otorgó el poder para sacar a España no sólo de una crisis económica sino también ético-moral. No ha conseguido, ni una ni otra.




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