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jueves, 11 de julio de 2013

Podemos perder las elecciones, pero no los principios





Después de la tormenta siempre llega la calma. Ayer fue un día de relativa tranquilidad en las huestes del PP. Los principales dirigentes del partido hicieron piña con su líder Mariano Rajoy, defendiendo su honradez y eticidad. Todos, excepto uno, o mejor dicho, una: Esperanza Aguirre. La presidenta del PP de Madrid, cree que "ahora es la oportunidad de depurar responsabilidades, pedir excusas, si hay que pedirlas, y, muy importante, adelantarse a la Justicia" en relación con posibles casos de corrupción que afecten a su partido. Y dice más: "No podemos mirar para otro lado", ha reiterado en su primer mensaje de hoy, al que ha seguido después otro en el que afirma: "Se pueden perder elecciones pero no se puede perder el norte de nuestros ideales". A Juzgar por la cara de sus compañeros de partido, no todos aplaudieron con ganas, aunque las palabras de Aguirre fueran de sentido común. Porque, ¿Qué se le supone  a un político? Dos cosas: Preparación y ética. La mayoría de militantes del partido del PP, estarían de acuerdo con estas apreciaciones. No sorprende, que aquellos que han sido nombrados por Rajoy, se pongan de su parte, con independencia que sea o no culpable de lo que se le acusa. Todos tienen intereses creados y saben que si su líder cae, ellos también con él, por lo que razonablemente cave la presunción de la duda. La actitud de Esperanza Aguirre puede parecer la de una china en el zapato de Rajoy, pero ella se  sabe apoyada por la mayoría de la militancia, que sabe muy bien de su rectitud y honradez. No sorprende para nada, la posición del PSOE, principal partido de la oposición, que exige la dimisión del presidente Rajoy, dando mas credibilidad a los papeles de un golfo que a la palabra del presidente, sin esperar sentencia firme. Más le valdría aplicar la misma regla de exigencia en los numerosos casos de corrupción en su propio partido, y así alcanzaría credibilidad y coherencia entre la ciudadanía. Unos y otros ¿Se mueven por principios éticos o por oportunismo político? Esa es la cuestión.



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