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sábado, 19 de noviembre de 2022
Una Ley contra el Estado de Derecho
sábado, 8 de octubre de 2022
El hábito sí viste al monje
Mateo 6, 28-30
Cada vez es más frecuente encontrar a jóvenes sacerdotes vistiendo el alzacuellos o "clergymen", cosa que no nos sorprende. Hubo una época en que lo "progre" era dejar la sotana colgada en el armario y vestir de seglar para dar ejemplo de inmersión y adaptación al mundo. Una manifestación formal de integración social. Por aquellos años era una prueba del "aggiornamento postconciliar" del Vaticano II, de acercamiento al pueblo, para hacer más cercana la pastoral de los sacerdotes y religiosos, sobre todo, en los barrios del cinturón de las grandes ciudades industriales. Eran otros tiempos donde imperaba la teología de la liberación de Helder Cámara y otros.
Hoy, las cosas han cambiado, y cada vez los sacerdotes y religiosos manifiestan su condición de elegidos para ejercer su ministerio en una comunidad de creyentes, utilizando el clergymen o el hábito. En una sociedad secularizada, donde lo religioso cada vez tiende a estar oculto y el nombre de Dios no solo se toma en vano sino que se esconde, es necesario que aquellos que predican el Evangelio den testimonio, y lo hagan, no solo con sus obras y ejemplo sino en sus formas y apariencias. Desde un punto de utilidad pastoral, distinguir a un sacerdote de un seglar es operativo y funcional, ante una situación límite de emergencia para la administración de algún sacramento. Por ello, en una sociedad anclada en lo inmanente con la pérdida del sentido -donde una imagen vale más que mil palabras-, es necesario hacerse ver mediante símbolos que nos remiten a una realidad trascendente, donde la religión aparece como una experiencia simbólica de sentido. Algunos de nuestros sacerdotes y religiosos lo hacen, dando testimonio y siendo confesores de una fe en Cristo Resucitado y de su Iglesia. Rezamos y nos felicitamos por ello. Desde este punto de vista, el hábito no solo viste al monje sino que lo hace necesario.
martes, 4 de octubre de 2022
Oración para iniciar la catequesis
ORACIÓN PARA EL INICIO DE LA CATEQUESIS
(Con las manos cubriendo la cabeza)
“Danos Espíritu Santo,
entendimiento y sabiduría,
para conocer tu palabra.
Discernimiento para distinguir tu mensaje
y caminar por la senda de la verdad.
Danos prudencia para juzgar,
valentía y fuerza para actuar.”
(Con las manos tocando los ojos)
“Danos clarividencia para ver y distinguir
el bien del mal,
para rechazar las cosas de este mundo,
y buscar con humildad el tesoro escondido
para los que te aman.
Danos una mirada pura:
de compasión hacia nuestros hermanos,
de alegría hacia los tristes,
de aceptación a los que nos miran mal,
de perdón a los que nos ofenden,
de amor hacia los que nos odian”
(Con las manos en cada oído)
“Danos capacidad de escucha:
para oír el grito del hermano pobre,
el lamento del enfermo,
el auxilio del que nos necesita.
Haz que nuestros oídos
escuchen tu voz de "Buen Pastor"
y la reconozcan.
Hagamos oídos sordos al ruido
del mundo,
que nos ensordece y confunde”
(Con las manos en la boca)
“Concédenos el don de la palabra
para predicar en tu nombre
las maravillosas obras que genera
tu presencia en nosotros.
Danos el don del silencio
para escuchar en nuestro interior
tu voluntad.
Danos el don de la paciencia
para escuchar más y hablar menos.
Concédenos el don del consejo
para llevar tu palabra
a aquellos que aún no la conocen”
(Con las manos en el pecho)
“Jesús, mira nuestro corazón,
para que nunca dejemos de amarte;
para que seamos "Templo Santo"
del Espíritu de Dios,
para que obremos
según la voluntad del Padre,
y no la nuestra;
para que llevemos:
caridad, fe, y esperanza
a nuestros hermanos más necesitados.
Danos valentía para proclamar tu nombre
y ser testigos de tu resurrección."
Amén.
lunes, 3 de octubre de 2022
Desayuno de Trabajo
No somos ingleses, gracias a Dios, pero los imitamos. Desayunar con la señora huevos con bacon, es una de las gozadas más agradables para empezar a trabajar o hacer el vago durante el resto del día. Algunos consideran una horterada fotografiarse desayunando con su esposa, como es el caso de nuestro presidente de gobierno Señor Pedro Sánchez. Y lo es en lo estético y en lo ético, que como sabemos, van juntos. No por el hecho en sí de disfrutar de dicho momento, sino por hacerlo en un despacho al fondo, dando a entender que el trabajo es lo primero y que lo del buen yantar es secundario. Gruesa equivocación. Churchill, -primer ministro de su Graciosa Majestad durante la Segunda guerra mundial- era un amante de los huevos con bacon dando una importancia relevante al desayuno como comida principal del día, aunque no le gustaba desayunar con su esposa porque siempre le preguntaba durante el desayuno si asistía a los oficios religiosos, eso sí, lo de dejar de fumar puros a esto no se atrevía la Señora.
Durante el reciente viaje a Portugal, los desayunos en nuestro hotel eran copiosos y ricos en variedad, como corresponde a un buffet libre. A ninguno de nosotros se nos ocurrió echarnos fotos durante esta primera obligación a las 7,30 horas de la mañana. Afanados por llenar el plato con huevos, bacon y toda clase de repostería, apenas había tiempo para lo superfluo y sí para lo necesario. Tampoco había tiempo que perder para llenar la taza de café con leche, aunque algunos con el platillo como soporte y la cucharilla dentro de la taza, se afanaban por acumular toda clase de frutas apropiadas para el buen tránsito intestinal e ir al baño como Dios manda. Como la mayoría somos jubilados, tampoco necesitamos leer los periódicos diariamente para estar informados sobre la actualidad y tomar decisiones importantes, que no sean las de qué hay que hacer durante el día para no aburrirse- por esto de que primamos el ocio antes que el negocio-, cosa, que nuestro presidente preocupado por las encuestas, y esas cosas de suma importancia para él, ha de hacer. Mientras, su Señora esposa lee el Financial Time, para aprender economía y poder así llegar a fin de mes, aunque los mal pensados -entre los que me encuentro - deducimos, que al no saber inglés es más una pose que una realidad. Pero ya se sabe, que lo importante para los políticos es el parecer no el ser. Sea como sea, la foto nos muestra un verdadero desayuno de trabajo a la vez que tranquiliza a la ciudadanía, hasta cierto punto. ¿Hay algo peor que esto? Naturalmente que sí. Los españoles podemos estar tranquilos -yo entre ellos- que después de una noche agitada de insomnio en la Moncloa, nuestro presidente aparezca en la foto desayunando con Pablo Iglesias. ¡Eso sí que es inquietante!
sábado, 1 de octubre de 2022
Un Viaje al Algarve
Viajar no es seguir un programa o folleto de una agencia de viajes. Tampoco es publicitar las excelencias de un hotel o el canto desmesurado de adjetivos apropiados sobre un determinado lugar como, asombroso, mágico, encantador, hermoso, lindo, incomparable…, apiñados en torno a un paisaje de montaña, un río, una puesta de sol, un puente o una playa de arenas finas. Es todo eso y más. Viajar es salir de la monotonía diaria, la rutina, la costumbre rutinaria. Es encontrarse con lo desconocido, descubrir lo oculto por sernos lejano o extraño, enfrentados al espacio desmesurado de un lugar y al tiempo finito de un viaje, viviendo un momento novedoso y en el que a cada instante hemos de tomar la única decisión que importa: qué mirar.
Nuestro viaje al Algarve, región del sur de Portugal, no puede calificarse con un solo adjetivo de bueno o malo. Habrá que calificarlo, y cada uno, podrá valorarlo según su experiencia personal. Yo lo calificaría con un bien, una nota intermedia entre el aprobado y el notable. Me explico. Numerosas contingencias acontecidas durante el viaje justifican mi valoración; unas debidas a la responsabilidad de los organizadores, y otras, a problemas ajenos a la organización y a sus responsables, que todos conocemos; imponderables que a veces surgen y que tienen difícil solución. Personalmente considero, que volver en autobús cada día al hotel para comer al mediodía, ha partido el día en dos, condicionando el tiempo de visita a los lugares más representativos, cortándolo e incrementando el tiempo en el autobús. Este hecho ha incidido de forma negativa en las actividades diarias.
Pero no todo ha sido negativo. El conocimiento de la gente, la convivencia y la socialización entre todos los integrantes, ha sido lo mejor de esta experiencia maravillosa que da el viajar entre amigos y conocidos: desde hoy nos conocemos mejor y nos queremos más. Sin olvidar los ratos de ocio musicales y los paseos en plena naturaleza. Por lo demás, poner una excelente nota a la gastronomía del hotel así como el servicio de habitaciones.
Sería injusto terminar esta pequeña crónica, sin reconocer con la mejor nota la labor de Juan Lao, jefe del grupo, por su empeño y dedicación en subsanar todas las dificultades de los integrantes de la expedición. Igualmente reconocer la profesionalidad de Juan Francisco, guía del grupo, por su optimismo y empeño por agradar en todo momento. Y a Crisanto, el chófer del autobús, amable y servicial con todos nosotros. A todos ellos mi más sincero agradecimiento.
sábado, 24 de septiembre de 2022
De oficio: embaucador
según la escala de Mohs;
así es el rostro de Sánchez
Doctor "cum fraude"
llamado “el plagiador".
Presuntuoso engreído
sin corazón ni cabeza
actor de su propia peli
"narciso" prestidigitador.
Cabeza hueca iletrada
sin contenido ni letra
cabeza hueca de “nada”
de oficio: "embaucador".
En su larga verborrea
no hay ninguna idea válida
que no sea relacionada
con ambición desmesurada.
La soberbia es su virtud
que oculta su mayor defecto
su inmensa inseguridad
esconde su bajo precio
y hace de la propaganda
mentira y futilidad.
Un trasto inútil, total.
Antonio González
N.B. El contenido de este poema es originario del artículo de Itzu Díaz titulado:
Sánchez empieza a aburrirse (23/9/22), en Libertad Digital. Yo Solo me he limitado a añadir algunas palabras para ponerle rima.
domingo, 11 de septiembre de 2022
"Todo fluye, nada permanece"
"Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río"
Heráclito
En esta serena mañana de septiembre, cuando el verano se debilita anunciando los días de otoño, pese a sus altibajos, una cierta nostalgia embarga mi alma cuando reflexiono sobre el paso del tiempo. Tal vez sea mi edad, tal vez sea el cambio de las estaciones o que los días se acortan por la llegada próxima del otoño, el caso es que cada año que pasa, vuelven a mi espíritu las mismas reflexiones sobre la brevedad del tiempo. "Todo fluye" decía un filósofo presocrático griego llamado Heráclito "el Oscuro" porque sus contemporáneos apenas entendían sus sentencias. Todo cambia y nada permanece, todo es un fluir en el tiempo, como hace el río en el que nunca podemos bañarnos dos veces en sus mismas aguas porque siempre serán otras las que discurran. La vida es un continuo devenir y lo único que permanece -mientras vivimos- es el recuerdo nostálgico de un pasado que se agranda en nuestra memoria frente a un futuro que se encoge. Todo lo demás es efímero o pasajero, pues todo tiene el estigma de la durabilidad y por ende de la finitud. En esto consiste la vida en un caminar hacia la muerte. ¿Habrá mayor contradicción que nacer para morir? Decía Antonio Machado que nos iremos "ligeros de equipaje", tan desnudos como cuando nacimos, por un sendero que transitamos en soledad. Así pues, morimos cada día a la par que vivimos, porque vivir es morir. Nadie se queda aquí. Se fueron nuestros antepasados y también nos iremos nosotros: Tú y yo. Todos, porque nadie es eterno. También se irán los poderosos, desde el rey hasta el súbdito más humilde, desde el rico más opulento al mendigo más pobre, etc. Todos, porque la muerte nos iguala a todos y no tiene preferencias. Así lo expresa Jorge Manrique en las Coplas por la muerte de su padre: "...Y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos". Aquí dejaremos nuestra casa, que con tanta ilusión construimos, para que otros la habiten. Nuestros libros quedarán aquí para ser leídos por otros, olvidados o llenos de polvo en nuestra estantería. Nuestra viña seguirá dando su fruto para que otros beban su vino... a la tarde seguirá la noche, y el sol seguirá saliendo todos los días. Todo seguirá su curso sin nosotros. El río de la vida seguirá su camino hacia la mar, atormentando nuestra existencia en la medida que nos vamos haciendo mayores, entre el azar y la incertidumbre, cada vez más perplejos de no tener respuestas ante las grandes preguntas. La fragilidad de nuestro cuerpo, los achaques, la enfermedad, son los precursores que anuncian nuestra debilidad y nuestro triste final; lo que la modernidad llama "tercera edad" usando un eufemismo para obviar la palabra "viejo", a todos aquellos que hemos pasado los 70. Eso sí, cuando nos vayamos, existiremos en el recuerdo de quienes nos quisieron y quisimos, mientras estos permanezcan vivos. ¿Solo eso? No necesariamente, si le damos a la vida un sentido trascendente y la colmamos de buenas obras en favor de nuestros semejantes. Para ello los cristianos tenemos la Fe, que nos sirve de bálsamo y consuelo en los grandes insomnios de nuestra existencia. Pero no solo "la certeza" que nos da la Fe en la resurrección de Jesús de Nazaret alimenta nuestra esperanza, sino la firme convicción de que también nosotros resucitaremos como Él.
viernes, 2 de septiembre de 2022
¡Sígueme!
de color verde turquesa en tierra de bancales,
silentes inamovibles que nunca piden nada.
martes, 16 de agosto de 2022
Adios, Padre José María
lunes, 18 de julio de 2022
Solo un profesor de instituto
viernes, 15 de julio de 2022
PEÑA MADRIDISTA "EL ESPARTO DE FIÑANA "
Así somos...
Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descansó. Bueno, realmente no descansó porque el domingo por la tarde creó al Real Madrid, pronunciando estas palabras: "Hágase el Real Madrid, equipo de fútbol, que sea ejemplo de excelencia, deportividad y buen hacer; que sea modelo de comportamiento deportivo ejemplar, y sirva como referencia universal para todas las generaciones posteriores; Que alegre las tardes domingueras a los aficionados, y dispute en buena lid los partidos, sin olvidar nunca los valores deportivos." Y en ese instante comenzó el Real Madrid su andadura por el mundo. Después, viendo que lo que había hecho era bueno, nombró a su profeta D. Santiago Bernabéu y como sumo sacerdote a D. Alfredo Di Stéfano.
Y fue así, queridos amigos, como yo me imagino la creación del equipo de nuestras ilusiones y dichas, y de vez en cuando nuestras desdichas. En este año el Real Madrid ha cumplido 120 años. !Felicidades, Real Madrid! Como institución serás eterna para disfrute y gozo de los que te llevamos en el corazón. Tu leyenda y gestas pasarán de generación en generación y tu recuerdo vivirá en el universo mientras exista la vida en el mundo.
En nombre de tanta gente anónima, quiero tomar su palabra y hacerla mía, para decirte que si no hubieras existido, habría que inventarte. En palabras de G. Leibniz quien creía que "Dios creó el mejor de los mundos posibles", pienso que este mundo es mejor porque tú forma parte de él. !Gracias Real Madrid por ser como eres! Por llevar ilusión y esperanza a tanta gentes cuya existencia está llena de desilusiones y desesperanza. Por crear alegría y fe en tantas personas que sufren en silencio soledad, enfermedad, y problemas a veces insuperables. Por ser un ejemplo de esfuerzo, lucha, tenacidad y excelencia, virtudes que nos hacen mejores. Por ser un club ejemplo de solidaridad en la educación de los niños más pobres, creando ilusiones que fortalecen el carácter de los futuros hombres emprendedores del mañana. Por reconocer el esfuerzo del contrario -que también cuenta- y aceptar con deportividad cuando es mejor que tú, sirviéndote de acicates para superarte y aprender de los errores. Por salir y romper las barreras de la cuna de una ciudad castellana, y hacerte universal y global en un mundo que no conoce fronteras de raza, lengua o religión. Lo llevas impreso en tu color el blanco: el más universal de los colores. La claridad, la limpieza de tu camiseta -siempre nítida y diáfana- es símbolo de tolerancia y respeto, frente al arco iris cultural de los diversos pueblos que se sienten hermanados en tu color universal: el blanco.
Somos guerreros espartanos,
Nuestro nombre es "El Esparto",
Nuestra cuna es Fiñana,
Somos gente deportista
Unos son de Ancelotti,
!Ramos despéjalo ya!
Nuestro color es el blanco,
No nos caen bien los culés
con envidias y resquemores.
El fútbol es nuestra ilusión
¡Somos guerreros espartanos,
Presidente de la peña "El Esparto de Fiñana"
miércoles, 13 de julio de 2022
"Y en las mismas mil pesetas..."
Hoy es día de mercado, -solía recordar nuestro padre en casa- cuando los días cinco y veinte de cada mes llegaban puntuales en el calendario. El pueblo transformaba su aspecto tranquilo y rutinario por la eclosión de transeúntes y mercancías, que afloran por doquier, ante los ojos asombrados de un niño de los años 60: una manifestación de abundancia en tiempos de escasez, y un homenaje a la opulencia y la cornucopia. Aquel evento era un acontecimiento multitudinario, extraordinario y festivo, que el pueblo celebraba con júbilo, dando la bienvenida a todos aquellos visitantes que venían de toda la comarca para vender sus productos autóctonos: comerciantes, agricultores, carpinteros, ceramistas, zapateros, carniceros, mercantes, afiladores, charlatanes, traperos y rapsodas; todos llegaban con la ilusión de ganar unas pesetas para seguir viviendo; todos pugnaban por convencer a los asiduos compradores locales, foráneos, cortijeros, o simplemente mirones, de la excepcional calidad de sus productos agrícolas, frutas diversas, hortalizas frescas y toda clase de productos elaborados de la huerta, la ganadería, y la apicultura. Mucho o poco -según se mire- para gentes acostumbradas a vivir el día a día y a soportar las penurias propias de una posguerra de la que muy lentamente se salía a duras penas.
Para un pueblo tranquilo de la Alpujarra almeriense, como es Abla, la actividad diaria se desarrollaba entre el campo y la escuela. En el pueblo prevalecían las voces y los sonidos que identifican su actividad con la monotonía inconfundible de la forja del yunque del herrero, las campanadas pausadas del reloj de la vieja torre de la iglesia, o el canto habitual de los niños de la escuela recitando las tablas de multiplicar, junto a la voz inconfundible de Don José, el maestro, cuya severidad era más aparente que real; (un hombre íntegro. Maestro Escuela de padres e hijos, su autoridad moral e intelectual era incuestionable. Debajo de su aparente ferocidad por imponer la disciplina, se escondía la humanidad de un hombre ejemplar que creía en el valor de los principios educativos y culturales del conocimiento). Cuando cometiamos una falta de disciplina, o éramos incapaces de resolver un problema de cálculo matemático, Don José utilizaba el “Don Benito”, una regla de madera temida por todos los niños de la escuela (sobre todo cuando golpeaba en el filo de los dedos) haciendo válido el dicho que "la letra con sangre entra". Lo que más nos divertía de la escuela era cuando explicaba la historia de España, o cuando nos incitaba a salir a la pizarra para resolver un problema de cálculo o de sintaxis gramatical, premiando al alumno más capacitado. Lo que menos, el canto matinal de "El Cara al sol” o "El Prietas las filas", bajo la tutela de los cuadros de Franco y José Antonio. Algunos recordamos las quejas de Don José a nuestros padres, cuando comprobaba la dedicación de sus hijos en las tareas propias del campo, relegando los estudios y deberes de la escuela; observaba con impotencia como muchos niños privilegiados por una inteligencia natural, perdían la oportunidad de una buena formación por la pobreza de sus familias, la desigualdad de oportunidades, o ambas.
Ya en el mercado, al ser de día, cuando el sol aún no había roto la oscuridad, comenzaban a llegar arrieros con rostros cansados y soñolientos después de haber pasado toda la noche arreando a sus monturas, para una vez llegados a su destino, aliviar a las bestias de sus pesados capazos, y ocupar el lugar más idóneo de la plaza del pueblo para la exposición y venta de sus productos a los ojos de los curiosos e interesados visitantes. Un rito tradicional que se repetía dos veces al mes ante los asombrados ojos de los niños que expectantes esperaban este acontecimiento.
!Vamos niñas, hay naranjas precoces! -gritaba un vendedor de rostro cansino, llegado de un pueblo llamado Nacimiento- con sus productos recién recolectados de las fértiles huertas a orillas del río que da nombre a su pueblo. Pirámides de montones de naranjas se alineaban en la plaza del pueblo sobre fardos extendidos en el suelo, contrastando su colorido con el ocre de la tierra y el polvo fino del suelo. Jumentos cansados por el esfuerzo y la distancia recorrida, atados a las rejas de las fachadas de las casas, junto a los aperos de transporte y rodeados por sus propios excrementos, rumiaban como pensativos su desdichada vida de trabajo. Hombres de rostros curtidos por el sol cubiertos por boinas que un día fueron negras y hoy palidecen a la par que la piel de sus dueños quemadas por un sol abrasador. Manos encallecidas, agrietadas y huesudas, que lo mismo aran la tierra que venden sus naranjas y limones a precio por docenas, o pesan con balanza romana unos kilos de tomates, cebollas o acelgas, a quienes se arrimen a su puesto. Pies desnudos y calzados con abarcas o esparteñas ceñidas en torno a la planta del pie. Mujeres vestidas con un sinfín de vestidos de colores en relación a su edad, con la cabeza cubierta por el luto como testimonio de la pérdida de un ser querido. Cestos vacíos para llenar y portar a casa con viandas, después de mil y un regate por el precio del producto siempre caro para unos y barato para otros. Mercado, un mundo por descubrir. Meta final donde el trabajo queda recompensado después de una larga espera de incertidumbre de éxito o fracaso en un corto intervalo de tiempo; la frustración del agricultor por mal vender sus productos por debajo del coste de producción, y tener que volver con la mercancía sin vender y destinarla para alimento de los animales, o el éxito de haber vendido sus productos a buen precio. Nunca en tan poco espacio se concentraba tanto producto, fruto del esfuerzo y el tesón de gentes que se afanaban por ganarse la vida. Todo se jugaba en un instante, en un momento…, una mala operación o una decisión desacertada en el precio, podía dar al traste con las ganancias de todo un año de trabajo.
!Jureles, sardinas, pintarrojas frescas! gritaban los "pescaeros" del Paseo, desde su puesto abierto al público, más parecido a un tranvía averiado que a un puesto de mercado, elevando el tono de sus voces para convencer a los más indecisos a comprar. Un coro de voces de tonos graves y agudos, desafinados y polífónicos, convocaba a los visitantes a comprar sus productos autóctonos por su calidad y artesanía, a la altura del más exigente gourmet, con palabras como: ¡Queso de cabra! ¡Hay miel de caldera! !Higos chumbos!.
¿Hay quién dé más? Sonaba la voz de un charlatán bajito y rechoncho, con un megáfono en su mano, tratando de atraer la atención del respetable, desde un camión con el portón trasero abierto a modo de escenario. !Y una manta más!, añadía, manifestando a la vez en su rostro el esfuerzo y la dificultad de una oferta imposible de rechazar por ser una ganga. Al mismo tiempo, la gente se arremolinaba en torno al camión atraída por la curiosidad, la fuerza de sus palabras, o los gestos y aspavientos del charlatán. Antes de que alguien pujara por la última oferta, aquel hombre volvía sobre sus pasos a la vez que pronunciaba aquellas palabras mágicas de ¿Hay quién dé más?. A continuación entraba bajo el toldo para presentar, a su juicio, una descomunal oferta irrechazable para el público, el ajuar completo de una novia. Al ver que nadie pujaba ni levantaba la mano, volvía a introducir su oronda figura en el toldo del camión y aparecía ante todos con un traje de pana negra de caballero, por el mismo módico precio con el que empezó la subasta: ¿Hay quién dé más?. Aquel hombre era el charlatán del mercado. Hombres y mujeres, mayores y niños, nos quedábamos boquiabiertos tanto por la capacidad convincente de su verborrea, como por la cantidad de lotes en oferta, compuestos de mantas, toallas, colchas, manteles y trajes de caballero, que aquél hombre ofrecía a precio irrisorio, mientras pronunciaba las siguientes palabras: "Y en las mismas mil pesetas...esta manta de Palencia, más un juego de toallas, un pijama de caballero, una bata de señora, cuatro juegos de sábanas"...; (luego proseguía, viendo que nadie aceptaba la oferta, porque ya lo conocíamos y esperábamos que aumentase el lote) Efectivamente, así lo hacía: "Más una chaqueta de cheviot, para vestir, mas dos pares de calcetines...!" !Oh aquella chaqueta gris de pata de gallo, que se metía por los ojos!. Si a esto añadimos, el poder de la palabra por la retórica del charlatán y la mímica de sus gestos, entonces, tenemos todos los ingredientes para caer como incautos en el cepo del engaño. Las mantas no eran de Palencia, más bien abrigaban lo justo; y en cuanto a la chaqueta de cheviot, después de mojarse en un primer chaparrón inesperado, encogía de sisa y mangas.
Gente. Mucha gente hablando de sus cuitas. Saliendo de sus silencios y su soledad… que el campo obliga. Socializando, compartiendo problemas, alegrías y tristezas. Debajo de un árbol frondoso del Paseo, el zapatero instalaba su pequeña silla, con un cojín de color indeterminado por el uso, para hacer más confortable su trabajo, y un tronco de madera entre sus piernas, Sebastián "El Catite" -así se llamaba-, sin él, el mercado hubiera sido otra cosa distinta. Rodeado de neumáticos viejos de coche, y sin más herramientas que un yunque, de madera, cuchillo, martillo y grapas, transformaba con sus manos habilidosas aquellas gomas desgastadas por el uso de la carretera, en abarcas para calzar los pies de los que luego recorrerán los surcos de la tierra para la siembra, la siega o la trilla. Mis ojos de niño se abrían de par en par observando embelesado aquel acto creativo propio de un mago o un artista, que transformaba la materia vieja y amorfa en sandalias nuevas que a mi me parecían las más bonitas del mundo (¡”comerás recortes de Catite si no te aplicas en la escuela”! -me advertía mi padre- cuando las notas no eran de su agrado). ¡Aquel sí que era un verdadero maestro, práctico y eficaz, muy distinto a Don José el maestro, que en la escuela solo se limitaba a enseñarnos a leer, escribir y calcular, sin producir nada! Mi mente de niño no estaba preparada para valorar el valor de la educación y del conocimiento. Tardé un tiempo en comprender que mi padre tenía razón.
O "El Frasco", quien se afanaba por vender tapaderas de madera para cántaros, morteros, y cucharas de palo, a las amas de casa; cuando le preguntaban por el precio de sus tapaderas, tardaba un siglo en contestar a causa de su tartamudez, que llevaba con mucha dignidad.
O "El Tío de las ollas", (así llamábamos al alfarero), aunque en su negocio se vendía toda clase de cacharros de barro, todo lo necesario para equipar la cocina y la mesa más exigente: fuentes, platos, tazas, cacerolas de barro, pucheros, ollas, cántaros; cerámica muy apreciada en la comarca por la calidad del barro cocido y la artesanía de sus adornos pintados a mano.
Pero no todo eran productos de alimentación o compraventa de objetos para el hogar, también se podía alimentar el morbo y la curiosidad escuchando a los rapsodas, recitar en verso los grandes crímenes y desengaños amorosos de la época que ponían los pelos de punta a los oyentes, previo pago de unas octavillas por el módico precio de unos céntimos de peseta. Crímenes horrendos, amoríos baldíos, celos, odios y envidias, que acaban unas veces bien y otras no tanto. "El Caso", periódico de sucesos de la época, no hubiera podido hacerlo mejor.
Hoy sigue habiendo mercado en Abla, porque la vida sigue; pero ya nada es igual. Ni mejor, ni peor. Distinto. El problema es que ha cambiado todo tan deprisa, que algunos nos resistimos a aceptarlo. Hoy, cerramos nuestros ojos y nos sumergimos en aquellos años de nuestra infancia donde la felicidad no estaba comprometida con la posesión del tener, sino del ser. Era muy poco lo que necesitábamos para ser felices. Sin saberlo, seguíamos el dicho del clásico “Que no es más feliz quien más tienen sino quien menos necesita”. Sirvan estas palabras, para refrescar la memoria nostálgica de un pasado, que para muchos fue parte de nuestra infancia.