Doce campanadas marcan el ritmo de nuestras vidas. Hoy despedimos el año viejo para recibir el nuevo. Es solo una cuestión cultural: medimos el tiempo porque no podemos pararlo. Lo llenamos de deseos, promesas y ensueños porque la vida sigue y hay que hacerla más liviana. Hay que llenar el vacío de la existencia con algo, para luego encontrar quien sabe la sorpresa. Si nada podemos hacer con el pasado, por ser pasado y no poder cambiarlo. No nos gusta el presente -porque no podamos soportarlo -por lo que sea-; entonces, solo nos queda el futuro con el que fantasiamos a nuestro antojo.
Hoy es la noche en la que hay que tener presente en la mente y el corazón a los afectados por la DANA de Valencia, nuestros hermanos. Para ellos empezará un "Año Nuevo", y tan nuevo. Ojalá la novedad consista en sacar el "lodo" de sus vidas, tanto moral como físico: amargura, desencanto, frustración... Un lodo que ahoga su corazón por la pérdida irreparable de un ser querido que nunca volverá y cuya ausencia nadie ni nada puede reparar. Un deseo y un compromiso solidario y desinteresado con ellos, lejos de las promesas interesadas de los políticos. ¡No los olvidemos!
Esta noche correrá el champán y comeremos las uvas entre abrazos, promesas y parabienes -con la sola excepción de no hablar de política, tiempo habrá el próximo año-. Cada uno en torno a la mesa repasará la nota de sus buenos deseos, como desear salud, trabajo, paz y buen entendimiento entre los suyos y los de más allá. No faltarán aquellos que tengan en cuenta a nuestro país España, con el deseo que solucione sus problemas más importantes.
Unos lo celebrarán en la calle rodeados de alcohol, música y matasuegras, saltando y bailando entre copa y copa. Otros, lo harán con la familia en sus casas bajo el show de la televisión, donde la cama sea un socorro cercano para dormir, y esté cerca por si acaso hay que echar mano de ella. Tampoco está mal madrugar el primer día del año, y pasear por las calles desiertas respirando el aire frío de la ciudad, con la única preocupación de que vuelva el hijo sano y salvo a casa, el alcohol no haga de las suyas, o el coche le juegue una mala pasada.
No podemos olvidar a todos aquellos profesionales hombres y mujeres, que velarán por nuestra seguridad y que estarán vigilantes para que todo siga con normalidad: médicos, enfermeros, bomberos, policías, técnicos de mantenimiento y seguridad, etc. Nuestro maś sincero agradecimiento.
Hoy es el día apropiado para hacer examen de conciencia sobre el año que se nos va, rectificar aquello que hemos hecho mal, y prometernos a nosotros mismos ser mejores para no caer en los mismos errores. Pocos lo conseguimos. Volveremos a caer y el próximo año volveremos a rectificar. Así somos y así seguiremos siendo. Lo importante es saber levantarse.
Solo queda desear a mis lectores un feliz año 2025. ¡Qué al final de este año que comienza, sigamos aquí y podamos felicitarnos!
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