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lunes, 25 de octubre de 2021

¿Es la Religión un saber?

 


Tal vez el título que se ajuste más al contenido de este artículo sea más bien: ¿Es el fenómeno religioso un saber?. La respuesta es sí, con sus peculiaridades. Intentaremos justificar esta afirmación a continuación. 
Tres son los ámbitos del saber del ser humano: la filosofía, la ciencia y la religión. Los dos primeros surgen como fruto del esfuerzo, la admiración y el tesón del hombre al preguntarse por dar solución a los problemas más importantes de inteligibilidad, adaptación, supervivencia  e inmanencia del hombre con su entorno natural; el tercero, la religión, también es un saber, si por saber entendemos un ámbito de conocimiento con un contenido racional, (eso sí, un saber peculiar y significante que trata de responder a preguntas en relación a  la vida humana, respecto a lo absoluto, lo trascendente, la ultimidad... Preguntas que enfrentan al hombre en relación con los problemas más profundos del sentido de su existencia, ofreciendo una visión global de éste. 
     Veamos lo que nos dice J.A.Estrada: "La naturaleza no es sólo la realidad referencial con la que se relaciona el hombre desde un saber utilitario e inmanente, marcado por la curiosidad y la evaluación, sino que aparece también como una realidad prepotente y absoluta que suscita admiración y temor, fascinación y reserva. La religión pretende ofrecer una interpretación global del hombre, como la filosofía, pero sin dejarse limitar por la racionalidad y la inmanencia. De ahí que se postule una comprensión original de la realidad misma, definiéndola como creación en las religiones bíblicas, y se busque una referencia trascendente y divina para explicarla. La infundamentación del mundo y del hombre, su contingencia, lleva a buscar una referencia última, absoluta, desde la que explicarla y relacionarla con el hombre". J.A. Estrada, Ciencia y Religión, Ciudad de México, 2003. 
    Podemos definir la religión desde un punto de vista etimológico o desde un punto de vista conceptual. Etimológicamente la palabra religión proviene del latín "religare" (religar, volver a ligar, sujetar) y significa la relación del ser contingente, el hombre, con un ser trascendente Dios, como realidad divina que se manifiesta mediante la hierofanía revestida de poder, temor, y fascinación; (Mircea Eliade en Historia de las religiones). Desde la fenomenología del hecho religioso, conceptualmente, podemos definir la religión como "una experiencia simbólica de sentido". Esta relación o hierofanía, se establece con un ser que está más allá de nuestra experiencia empírica, un ser trascendente, entendiendo como tal, una realidad que no es observable, captable, ni verificable por nuestros sentidos, al estar fuera del espacio y el tiempo. 
     Los fenomenólogos de la religión subrayan que la jerarquización fundamental de la vida humana está constituida por la bipolaridad sagrado/profano, siendo lo sagrado lo no manipulable, lo intocable, en una palabra, lo absoluto. El hombre se relaciona con el ámbito de lo sagrado o de lo santo, en el que se dan las primeras experiencias religiosas como hierofanías, que hacen de la naturaleza o el hombre, representaciones e instrumentos de la divinidad. Esta relación con lo sagrado, se manifiesta a través de los ritos como hechos simbólicos entre estos dos mundos, tanto en el plano social como en el individual. Aquello que ya Rudolf Otto en su libro "La idea de lo sagrado", definió como numinoso, o sea, lo fascinante, misterioso, y tremendo. Y frente a ello, lo profano, comprendiendo como tal lo contingente, finito, temporal, terrenal, inconsistente, mudable, etc. La religion intentan establecer una correspondencia entre estos dos órdenes de la realidad, -lo sagrado y lo profano-, orientando al ser humano en lo racional, psicológico y afectivo. Para ello ha de superar el abismo entre lo contingente y lo trascendente, salir de lo finito y contingente y abrirse a lo infinito, absoluto y eterno, mediante la apertura -desde un nivel experiencial- a creencias, doctrinas, credos y representaciones, vinculadas a ritos, vivencias y experiencias de lo sagrado. Eso sí, marca y delimita la frontera entre estos dos planos, contrapuestos, pero comunicables entre sí, estableciendo sus limites en el espacio y el tiempo
    En este sentido, según J.A. Estrada, "la religión implica siempre extrapolación, un ir más allá de los límites (de la razón, del mundo, de la historia) que no puede justificar la racionalidad filosófica, y menos la ciencia. No se asume simplemente la finitud y la contingencia como dimensiones fácticas de la vida humana, sino que se busca darle un fundamento y significado, más allá de la realidad material, de lo limitado y finito, de lo mortal y perecedero. La pregunta por el significado de la vida humana de la religión, no sólo desborda los límites del cosmos y de la vida terrena, sino que es motivada y canalizada más allá de la razón. La religión es hija del deseo, de la carencia y de la esperanza, y no sólo una construcción de la razón. No es necesariamente anti-racional, pero tampoco permanece dentro de los límites de la razón, aunque ofrece a ésta tópicos y problemas a discutir." (J.A. Estrada; o.c.)



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