Hay siempre un pueblo cantado por poetas
con el murmullo del viento como ruido,
el abandono plasmado entre sus puertas
y en su dintel escrita la palabra, OLVIDO.
Voces de gentes que se han ido
dejando un reguero de recuerdos efímeros,
que en rincones de sus calles gritan,
sin que el eco encuentre ser oído.
Aquí danzaron en la fiesta al dios Baco
con olvido y desencanto, un "carpe diem",
embriagados por la miseria, anestesiados,
que la hambruna enquistada aprovechó:
la muerte insidiosa "sine die"
acampó, entre egoísmos y dolor.
Antonio González
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