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lunes, 4 de septiembre de 2017

La Cara Dios


                                                                    


A Dios nadie lo ha visto
se esconde en una cruz,
tormento es o suplicio
el lugar que Él eligió.
Abla valora su gesto:
lo llama "La Cara Dios"                       



Abla, un pueblo precioso en las estribanías de Sierra Nevada, tiene muchas cosas que la hacen atrayente para ser visitada. Por tener no le falta ni la Cara Dios. Veamos.
A Dios nadie lo ha visto. Todas las religiones monoteístas han huido de su representación iconográfica porque temían caer en la idolatría. La iglesia católica superó esta etapa más característica del Antiguo Testamento que del Nuevo, mediante la irrupción de Dios en la Historia a través de la creencia y proclamación de Jesús de Nazaret como Hijo de Dios, encarnado en un cuerpo, originando así su representación iconográfica.
En Abla, también nos hemos representado a Dios y le hemos puesto rostro o cara, mediante un cuadro donde se observa solo la cara o el rostro del crucificado: Es la Cara Dios. Es un modesto cuadro incrustado en la pared en el que nunca le faltó una lamparilla con flores. Su valor más que artístico hay que buscarlo en lo tradicional religioso, o en lo afectivo-sentimental. Situado en una  de las calles más importantes  y transitada del pueblo, como es la Calle Real, se convirtió con el paso del tiempo en un símbolo distintivo de los abulenses, que cada vez que pasaban por allí, cuando volvían con sus animales del campo, se santiguaban o rezaban una oración, pidiendo al crucificado la ayuda favorable del cielo. Los abulenses podrían haber representado a Dios utilizando otros iconos, como el del Resucitado o el del Corazón de Jesús, o sea, un Cristo victorioso, pero prefirieron representarlo mediante el rostro del crucificado. Un Dios doliente y sufriente, tal vez símbolo de un pueblo acostumbrado a sufrir y a bregar en aquellos duros años, donde la frágil agricultura solo servía para mantener a unos pocos, mientras castigaba inmisericorde a muchos, privándoles de lo más esencial. Una empatía de nuestro pueblo con el dolor y el sufrimiento, muy característico de nuestra gente. De hecho, el cuadro no se libró de la persecución religiosa durante la guerra civil, -según testimonio de María Dolores Oliva-, éste se salvó del ser quemado gracias  a que la familia lo escondió en un pajar. !Cuántos de nuestros antepasados -hombres y mujeres- pasarían delante de aquella Cara Dios, para ofrecer una promesa a cambio de un milagro o una ayuda para superar una situación límite! !Solo ese cuadro sabe de las vicisitudes, problemas y angustias de nuestros padres, y de la fe que les fortalecía! Porque a pesar de su fe, nunca olvidaron el compromiso con el trabajo en las arduas tareas del campo y el pago ingrato de cosechas paupérrimas; como sabiamente nos recuerda el refranero castellano: "A Dios rogando y con el mazo dando".
Hoy Dios sigue callado, sin decir palabra. Tal vez respete la libertad que como seres racionales-libres nos ha otorgado y nos deje hacer, aunque no esté de acuerdo con la mayoría de las cosas que hacemos. Su silencio puede que sea un testimonio de respeto a nuestra libertad. Allí sigue la Cara Dios con su mirada perdida en el infinito marcando su dolor, en un inquietante  silencio, para seguir escuchando los rezos de los abulenses. !Ojalá sea por mucho tiempo! !Será un signo inequívoco de que alguien cree aún en Él y estamos vivos para rezarlo!




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