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miércoles, 1 de febrero de 2017

El Valle del Río Nacimiento






El valle del Río Nacimiento
el solitario reino de la 
belleza de Sierra Nevada

Qué bonito es mi Valle
rodeado de altas montañas,
sus ríos parecen caminos
que al año por primavera,
muestran su eterno destino
de saciar con sus aguas
campos sedientos en espera.

Qué hermoso viste en otoño
cuando mudan sus arboledas,
sus hojas secas se esparcen
por senderos y veredas,
formando un suelo alfombrado
donde el verde se transmuta
por ocre y verde pálido.

Qué decir de su arbolado
donde anida la perdiz,
el venado se guarece,
la cabra montés rumia
en sus pastos,
y se refugia en manadas
el depredador jabalí.
O cómo el zorro al acecho,
astuto, veloz, y raudo,
aguarda en la oscuridad,
el descuido de su presa
para su hambruna aliviar.

En tanto la liebre, guarece
su prole en el monte bajo,
huyendo de garras, colmillos
y añagazas, de raudos lebreles,
que buscan su débil nuca
con certera precisión;
la vida y la muerte,
juegan su gran suerte,
en un campo abierto,
que contempla atónico
nuestro Valle silente.

O sus cielos azules y claros,
donde el vencejo real,
lucha en su territorio,
frente al águila real,
y la paloma torcaz,
en bandos a ras de tierra,
vuela con celeridad,
para huir de malos vientos,
y no caer en cautividad.

!Qué bonito es mi valle
en los cortos días de invierno!
Sus montañas doradas
despiertan blancas al alba,
para ir enrojeciendo...
avanzada la mañana,
y sus árboles desnudos
tienden sus brazos al cielo,
anunciando el crudo invierno. 

Pero es en primavera,
cuando la naturaleza plena
se adorna y viste de seda,
y el almendro se despierta
de su letargo invernal;
cubriendo sus desnudas ramas, 
con perlas blancas y rosas,
en un manto entretejido
por miles de piedras preciosas.

!He aquí la cumbre del mundo!
El Chullo como veleta,
observa desde su cresta,
como su Río Nacimiento,
discurre veloz y se apresta,
a cantar amores y gestas,
y algún que otra promesa...
Hermanado al Andarax,
baja entre pinos y retamas, 
juntos en el caminar,
y entre huertos de naranjos
y la flor del azahar,
muere salobre, en bocana,
allá en el ancho mar. 


 antonio gonzález




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