Un llanto nupcial
No hay cielo más bonito, que el de mi pueblo de Abla,
luz azul en la mañana, dorado pálido en la montaña,
por Sierra Nevada; en el oscuro embrujo de su noche,
brillan luceros hasta el alba.
Doncellas blancas de nubes aparecen
entre algodones, celebrando sus nupcias,
entre figuras danzantes, y posturas acrobáticas,
movidas por un viento complaciente.
Son su palacio la aurora que despierta
los sentidos, e invita a todas horas a celebrar;
y el ocaso comienzo de su final.
De pronto una nube negra, enfurecida, tal cual,
invade la fiesta hermosa, rompe la armonía,
y la alegría se convierte en un llanto nupcial.
Antonio González
No hay comentarios:
Publicar un comentario