Regeneración

La actual batalla contra la corrupción es hija de la crisis. Cuando España vivía "las vacas gordas" y todos  gastábamos a manos llenas, nadie se acordó de ella; visto así, no hay mal que por bien no venga, si ponemos las bases necesarias para que esto no vuelva a ocurrir. Los mecanismos de control de la cosa pública, fallaron o no se hicieron, y ello ha traído consigo el descrédito y desprestigio de la política y los políticos. Mal asunto para un país que debe lidiar contra la corrupción y contra el paro. Un país como el nuestro, no debe ni puede vanagloriarse de que afloran los casos de corrupción; lo ideal hubiera sido no tenerlos ni haber dado lugar a ello. La gente no sale de su asombro y se pregunta cómo hemos llegado hasta aquí. Emil Cioran en su Breviario de Podredumbre, explica muy bien como las ideas son neutrales en sí mismas, o deberían serlo, pero se convierten en mano de los falsos profetas en ideologías perniciosas para él y la humanidad; como envilecen el espíritu y siembran el mal en el mundo.  Ahí tenemos un libertador o Moisés salvador en Rodrigo Rato, hombre que lo tenía todo, y acaba de perderlo todo por no se sabe qué motivaciones ocultas. La pérdida de valores y un materialismo absoluto está detrás de todo lo que está pasando. Perder la fe en la política como instrumento transformador de la realidad al servicio del hombre, traería males peores como la sustitución por las ideologías terminadas en "ismos". Rescatar a la política de "los aprovechados" y "los falsos profetas", y encontrar la senda de su regeneración ética ha de ser prioritario. Establecer los mecanismos de control, propios de una democracia moderna, se me antoja ineludible, para luchar contra la tendencia de la naturaleza humana propensa a mirar por sí misma antes que a ser solidaria con los otros. Hagámoslo por el bien de nuestro país, la salud democrática, y para que  Emil Cioran, apóstol del universo nihilista, no tenga razón cuando califica la historia como un desfile de falsos absolutos.