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martes, 28 de abril de 2015

LA VEJEZ






HABLEMOS DE LA VEJEZ

Hablemos de la vejez, 
buen hombre,
puesto que está al caer;
viene sin hacer ruido,
ni preguntar el por qué.

Quien no acepta la vejez,
está muy equivocado,
pues nunca puede cambiar,
lo que por naturaleza viene,
como algo necesario.

Empieza por la cabeza,
el pelo se vuelve blanco,
después sigue por las cejas,
haciendo surcos en la cara,
tornando el rostro vejado.

El rostro se vuelve flácido,
arrugada la nariz,
los labios pierden presteza,
los lóbulos se desperezan,
y se encorva la cerviz.

Si malo es el deterioro,
en lo físico apariencial,
peor lo que afecta a sentimientos,
a la mente o pensamientos,
al alma emocional.

Primero la soledad,
por inseparable compañera,
siempre dentro, siempre fuera,
allá por donde fueras,
tu compañera ideal.

Después la falta de fuerzas,
la falta de independencia,
depender de los demás,
en las cosas más sencillas,
así como en la intimidad.

Ser viejo no es un negocio,
en esta sociedad del ocio,
donde todo tiene un precio,
lo joven por novedoso,
lo viejo por achacoso.

No hay otra alternativa,
que tirar y aguantar con vida,
hasta que el cuerpo aguante,
y la razón nos amamante,
con lucidez aceptante.

Adaptarse es la palabra,
de la nueva situación,
la otra es desesperarse,
por la nueva situación:
ésta última no es solución.

Otros actúan de otro modo,
la afrontan con dignidad,
con paciencia y humildad,
sacando lo mejor que tienen,
en servir a los demás.

Todo tiene explicación,
todo consiste en ver 
la vejez, con actitud positiva,
como buena ley de vida,
que solo nos dejará,
cuando llegue ese día,
en el que todo acabará.

      antonio gonzález



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