Es uno de los componentes más importantes de nuestros trajes y vestidos. !Mira que se han inventado cosas para hacernos la vida más grata y placentera!, pero, ¿Quién inventaría el bolsillo? Es una pregunta que no tiene respuesta, posiblemente un sastre imaginativo y creativo que se movió entre la utilidad y el adorno. Uno se pregunta -en esta fría mañana de enero- por cosas que a los lectores les podría parecer superfluas, propio de un jubilado que tiene mucho tiempo que perder en escribir sobre cosas sin importancia, pero yo no pienso así; la vida está construida sobre "cosas y hechos sin importancia" y me ha tocado a mí hablar sobre el bolsillo y su función. Ya decía El Gallo, torero donde los haya, que en este mundo "hay gente pa tó"; y no le faltaba razón.
¿Quién podría poner en entredicho la funcionalidad y la ornamentación del bolsillo? Nadie en su sano juicio lo haría. Quien osase hacerlo sería declarado como inadaptado, no pragmático, o lo que es peor con dudable gusto estético.
Aristóteles en su física, cuando nos habla de la aparición u origen de los seres artificiales, establece cuatro causas: material, formal, eficiente y final. Al definir cualquier cosa utilizamos estas cuatro causas. Hay gente que definen el bolsillo como compartimento de tela, cuero, lana u otro material resistente; le dan mucha importancia al "material" de lo que está hecho, siempre relacionado con su utilidad. Otros consideran su importancia en la "forma" de bolsillo. Los hay interiores, profundos, ocultos, o exteriores de parche, abiertos o cerrados con botones o cremalleras etc. Son los "formalistas", para quienes lo estético prima sobre lo funcional. También es muy importante la causa eficiente, o sea, quien diseña o proyecta los bolsillos, en éste caso los modistos o creadores de moda, quienes poseen la "idea" y luego la cosa. Y, finalmente, la causa final, asociada a las tres causas anteriores y previamente implícita en la mente del creador. La utilidad del bolsillo es incuestionable, suple las deficiencias que la naturaleza de nuestro cuerpo nos proporciona. Cobijan las fotos de nuestros seres queridos, cerca del corazón. Ocultan nuestros tesoros personales ante la mirada indiscreta de los extraños: Carteras, monedas, tarjetas, llaveros, pañuelos. Soportan el peso de lo "accesorio" para convertirse en lo "imprescindible". Y ¿Qué me dicen de su utilidad para calentar las manos en los gélidos días de invierno? !Donde se pongan dos buenos bolsillos de pantalón, que se quiten todos los guantes del mundo! Allá por los años sesenta, Don Jesús -el formador del internado religioso- prohibía a los alumnos que se metieran la mano en los bolsillos del pantalón, aunque pocos le hacíamos caso. !Era la única forma de meterse en calor!
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