La renuncia de la Sra. Carmen Chacón a presentarse a las primarias de su partido, es sorprendente y digno de un anáĺisis político por su trascendencia en el Partido Socialista. Los motivos -según ella - son los siguientes:
"Es una decisión autónoma y personal" adoptada para evitar que se rompa la unidad del partido, que se ponga en tela de juicio la autoridad de Zapatero y no dañar ni la imagen colectiva del PSOE como proyecto ni la estabilidad del Ejecutivo."
Me limitaré a hacer un análisis de la renuncia desde una perspectiva psicológica y sociológica; la política, se la dejo a otros. Su puesta en escena ante las cámaras con un rictus triste, apesadumbrado, serio, mostraba ante la opinión pública la decepción, de una persona que comunicaba algo muy querido y apreciado por ella. Bastaba leer en su rostro y sobraban las palabras. Su figura poderosa de ministra del ejército, revestida del poder que da el mando y la autoridad, quedaba empequeñecida y humanizada, ante el asombro de todos. Ya se sabe que el poder encumbra a los líderes carismáticos, los aleja del común de los mortales y los hace semidioses. Su rostro manifestaba la derrota de su partido, en contraste con la Carmen Chacón, triunfadora, alegre, jovial y segura, en los salones del Epílogo en las tierras de Castilla La Mancha.
Me quedo con la de ayer: Humana, segura, fuerte, de carne y hueso. Reflejando frustración por no conseguir sus objetivos y satisfacer sus ideales, sacrificando sus intereses políticamente legítimos, por razones de Partido, aunque dejando "un recadito" para quien lo quiera entender. Nunca sabremos el apoyo que hubiera obtenido en las primarias, no se lo han permitido. Ha sido una víctima mas del "Maquiavelo de la Moncloa", eso sí, obligado por quién realmente manda en el PSOE: D. Alfredo Pérez Rubalcaba y D. José Bono. Esperando su momento, tal vez algún día lo consiga.
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