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miércoles, 14 de mayo de 2014

El Debate





¿Qué pensarían Ustedes si antes de jugar un partido de fútbol los contendientes establecieran de antemano en qué  minuto van a colar un gol, cuándo hay que hacer un penalty o a qué jugador hay que sustituir? Sería  absurdo jugar el partido aún respetando las normas mas elementales de este deporte, y hasta denunciable por hacer tongo. Pues esto que es inconcebible en el deporte, lo es en la política; concretamente, en los debates por Televisión. De hecho, los pocos debates electorales que se realizan en España en época de elecciones, están pactados, atados y preestablecidos, no solo las preguntas, sino también cualquier detalle por muy pequeño que sea. Todo está atado y bien atado: Los tiempos de la introducción, los temas a seguir y la conclusión de los mismos y hasta el orden de intervención, coartando la libertad profesional del moderador quien debe dejar cuestiones incompletas o matices importantes para el espectador y potencial votante. ¿Debería de ser así? Obviamente la respuesta es, no. ¿Cómo es posible que los ciudadanos no conozcamos a través de la dialéctica y el debate la forma de pensar de nuestros representantes y sus diversas capacidades para la actividad política? ¿Por qué no hay una crítica a la desinformación de los ciudadanos sobre sus candidatos y los programas políticos de las distintas formaciones políticas que se presentan? ¿No será que en le fondo los políticos quieren que estemos desinformados y que los votemos solo por las siglas para hacer y deshacer según su antojo, sin tener que dar cuenta a nadie? 
Por fin los cabeza de lista de nuestros dos partidos mayoritarios (PP y PSOE) van a debatir, aunque de poco nos va servir, porque los temas y las preguntas están previamente pactadas y seguirán un guión preestablecido, (hagan un ejercicio de análisis y pregúntense si después del debate saben algo más sobre el Señor Cañete y su resistencia a comer yogures caducados, o la Señora Valenciano, después de conocer su exegética frase que equipara a Jesucristo, el Che Guevara y Felipe González como revolucionarios) Los ciudadanos no debemos consentir tal puesta en escena del circo mediático en el que se ha convertido la política. Debemos de exigir un debate abierto entre los candidatos, para conocer la capacidad y el conocimiento de los que van a defender nuestros intereses en Europa, mediante preguntas directas sobre los problemas que más preocupan a la ciudadanía, para establecer el nivel de conocimiento que tienen sobre ellos y las diversas soluciones que a su juicio, aplicarían. No podemos conformarnos con las listas cerradas de los partidos políticos, y tampoco darles credibilidad, porque hasta el más ingenuo sabe que no siempre  están los mejores ni lo más preparados, sino los amiguetes y aquellos a quienes el partido quiere recompensar mediante un retiro dorado. Castiguemos con nuestro voto a aquellas formaciones políticas que se oponen a debatir, porque o bien no tienen nada que decir, o esconden información que no quieren que sepamos. Por todo ello, el debate cumple una función fundamental para que los ciudadanos sepan quién es el más apto y el mejor preparado; porque de ética ni hablamos, ya que se les presupone.



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