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martes, 25 de junio de 2013

Corrupción





Hablar de corrupción en España es tan habitual entre los españoles, como comentar los partidos de fútbol del equipo favorito.  Son tantos los casos que se tramitan, alrededor de 1600, que después del paro,  se ha convertido en la segunda preocupación de nuestra democracia. Un 44,5% de los españoles, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) piensa que la corrupción es una de las grandes lacras del país, por delante incluso de los problemas de índole económica. De esta plaga provocada y elegida, no se libra nadie; los hay de todos los colores y tendencias políticas, partidos políticos, alcaldes, consejeros, sindicatos y hasta la Casa Real. ¿Es España un país corrupto? Y si lo es: ¿Es más corrupto que los países de nuestro entorno? Los hechos demuestran que nuestro país tiene el mismo nivel de corrupción que los demás países de nuestro rango, ni más ni menos. Otra cosa es que en la larga crisis que padecemos, afloran a la luz pública casos que antes pasaban desapercibidos. Tampoco el nivel de corrupción es el mismo en todos los ámbitos de la administración, cuanto más localista, menos control y más casos se dan, normalmente asociado al urbanismo y a la especulación, entre políticos y empresarios. Los primeros, con su mal ejemplo, incitan a los ciudadanos a hacer lo mismo, en una carrera a ver quien defrauda más. Dicho todo esto, precisar que la mayoría de nuestros políticos son honestos y honrados, no se puede  generalizar y meter a todos en el mismo saco; la mayoría entiende  la política como un servicio a los ciudadanos en la búsqueda del bien común. La democracia, como sistema político  no se corrompe, son las personas quienes la instrumentaliza. Escarbando en lo profundo de la psicología humana, siempre encontramos la misma causa: el dinero asociado al poder, y la insaciable naturaleza humana que no tiene hartazgo. La palabra "corrupción" viene del latín corruptio, que significa: degeneración o alteración de una sustancia por descomposición; algo que afecta a su misma esencia, por tanto a todos sus accidentes. Es el cambio o alteración total de la naturaleza original. El verbo corromper, está compuesto por las raíces cor  (corazón) y rumpere, (romper); quien se corrompe rompe su corazón, su alma, degenera hasta cambiar su propia naturaleza haciendo el mal. Todos sabemos lo que está bien y lo que está mal, por ello, el corrupto, margina a sabiendas los valores éticos más apreciados, como la honestidad, la honradez, la sinceridad, el altruismo, la solidaridad, para elegir el egoísmo, la avaricia..., en una trasmutación de valores por vicios que degeneran su naturaleza humana, hasta hacerla irreconocible. La solución pasa por aplicar la ley -igual para todos, cosa que no se cumple- y una regeneración social de todos los ciudadanos, desde la educación a un pacto nacional, con mayor vigilancia y control de los organismos reguladores sobre: instituciones, partidos políticos, fundaciones, sindicatos, agentes sociales, que se subvencionen con dinero público.



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