La tarde del 16 de diciembre, a las cinco en punto, el centro Cultural de Abla se llenó de un calor humano que desafiaba la borrasca afuera. Habían pasado quince días desde la ultima conferencia de la Universidad Abierta del Río Nacimiento, y parecía ayer; hoy le tocaba a la filosofía manifestarse, como un saber que abarca la totalidad de lo real, pero que con el paso del tiempo ha quedado relegada a segundo plano por la irrupción de otros saberes humanísticos y científico-técnicos.
Allí estaban unas veinticinco personas -nuestra gente del valle- ávidas por saber, pese a la insistente lluvia que regaba los campos y nevaba la sierra, como un maná tantas veces esperado que nutre la tierra y promete frutos generosos. Dispuestos a empaparse de conocimiento para desterrar la ignorancia y hallar libertad en la razón, como la tierra que les vió nacer: ávida, humilde, fecunda.
En este ambiente íntimo y expectante nada mejor que encontrarse con G.W. F. Hegel, ese genio enciclopédico cuyo torrente prosístico desbordaba lo racional y lo real -con las diez mejores frases de la lengua alemana- a la vez que cincuenta mil más insufribles por su densidad y complejidad, pero luminosas por la comprensión de su sistema: el más complejo y completo de la Hª de la Fª. Allí caben Historia, Derecho, Moral, Estado, Estética...Todo, porque Hegel iba al fondo de la vida tal como es: "Las cosas son proceso" -nos dice- su verdad está en el Todo, y el Todo es resultado. Nada es "a priori", su definición vive en su historia, en movimiento perpetuo. La verdad nace de la confrontación, la controversia germinada en cada instante: esa es la dialéctica. La filosofía de Hegel aprovecha esta manera de pensar para mostrar que la realidad no es algo quieto, sino un "proceso" en movimiento donde las cosas aparecen, cambian, y a veces desaparecen, dando lugar a algo nuevo."Todo lo racional es real, y todo lo real es racional", nos recordó con voz firme.
La conferencia, titulada: Desde Kant a Hegel, impartida por mi persona, arrancó con una anécdota viva. Un estudiante aborda a Hegel en las calles de Berlín: Profesor, ¿por qué los hombres se enfrentan entre sí, mediante guerras, males, contradicciones, y disputas? ¿Por qué el mundo no es mejor y vive en paz? -pregunta el joven- Hegel le responde de forma pausada: "la controversia, la disensión, la oposición ..., es parte de nuestra naturaleza y nuestra forma de pensar, a la vez que la de avanzar. La verdad surge a través de ella. Sin contradicción, no hay conocimiento; el lenguaje, la ciencia, todo se mueve así". El auditorio contuvo el aliento; era el corazón del mensaje.
Para desarrollarlo, Hegel nos presenta las tres figuras de la conciencia. Primero, el ser y la nada, en la Ciencia de la Lógica: lo más puro se disuelve en su contrario, generando devenir. Segundo la Certeza sensible, en la Fenomenología del Espíritu, donde la epistemología revela los límites del saber inmediato. Tercero, el amo y el esclavo, también en la Fenomenología, en donde se manifiesta la lucha por el reconocimiento que forja la libertad. Cada figura, un latido dialéctico, cada una, un paso del espíritu hacia sí mismo. La borrasca afuera pasaba sin hacer ruido, mientras la nieve en la sierra parecía susurrar: en la tormenta nace la claridad.
Al final, aplausos cálidos, preguntas encendidas, y esa sensación de haber tocado lo eterno en lo cotidiano. Hegel no era ya un nombre remoto, sino un compañero para entender nuestro valle en lluvia, nuestras vidas en proceso. La filosofía volvía a ser madre, nutriendo almas sedientas.
La tarde no podía terminar solo con ideas: también había que celebrar la vida compartida. Tras la conferencia, cerramos el encuentro con pastas, bizcochos, chocolate y café, preparados con esmero por la gente de nuestra Universidad. como un pequeño preámbulo de las fiestas navideñas que se acercan. Ese momento de convivencia, de conversación cercana alrededor de la mesa, fue el colofón perfecto: la filosofía se quedó resonando en la mente, mientras el calor humano y los dulces ponían el broche de oro que, en estas fechas, simplemente no podían faltar.
Antonio González Padilla
Catedrático de filosofía y
Secretario del Crecimiento Humano
"Anda, prueba uno de estos roscos", "Ya he comido de dos clases, gracias, no puedo más", "Prueba, anda, que están ricos (los he hecho yo)", "Bueno, venga, tomaré uno...", "Ese está un poco quemaíllo ¿no?"
ResponderEliminar"No, no te preocupes, está muy rico"
Y así en pleno uso de la dialéctica se llegó a una sencilla paridad prenavideña.
Un buen ejemplo dialéctico
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