Allá va La Dolorosa
con su rostro entristecido,
su corazón malherido,
y sus ojos humedecidos,
tras la huella de su Hijo.
y sus ojos humedecidos,
tras la huella de su Hijo.
Entre flores y faroles,
acompañada,
y guirnaldas como oraciones,
una saeta expresa
con alma sus emociones.
Lágrimas transparentes,
recorren como un torrente
su tez,
marcando en su bello rostro
marcando en su bello rostro
la palidez.
Con su manto enlutado
de terciopelo dorado,
Con su manto enlutado
de terciopelo dorado,
junto al Discípulo amado,
va la Virgen Dolorosa
va la Virgen Dolorosa
de camino hacia el Calvario,
con dolor y desamparo
por el Hijo abandonado.
Su Hijo el "Bien amado",
-el elegido por Dios-,
a duras penas se yergue,
impotente,
por el Hijo abandonado.
Su Hijo el "Bien amado",
-el elegido por Dios-,
a duras penas se yergue,
impotente,
aplastado por el madero
pesado.
Ella, como toda madre,
no entiende este castigo
de aquel que todo lo puede,
ni el despojo, la condena,
ni el olvido.
La Verónica muestra trazos,
en un lienzo blanco
Ella, como toda madre,
no entiende este castigo
de aquel que todo lo puede,
ni el despojo, la condena,
ni el olvido.
La Verónica muestra trazos,
en un lienzo blanco
de un rostro de sangre y sudor,
tras un desconsolado llanto
y aflicción,
al son de una saeta
al son de una saeta
que suena con emoción.
En un instante preciso,
-Madre e Hijo-
entrecruzan sus miradas:
en una queda el dolor,
en la otra
entrecruzan sus miradas:
en una queda el dolor,
en la otra
un inmenso amor.
Antonio González
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