Translate

martes, 26 de abril de 2022

Hasta que llegaron ellos...






En España, todo iba relativamente bien. La gente se comportaba con normalidad y cada uno respetaba las ideas políticas del contrario según su ideología, como no podía de ser de otro modo, de acuerdo a como sucede en cualquier país democrático de nuestro entorno. Hasta que en el 2004 llegó Zapatero al poder y comenzó a implantar leyes que despertaron viejas rencillas, propias de la guerra civil entre las dos Españas. A los nacionalismos, como el de Cataluña, se le dio vía libre para desarrollar sus postulados independentistas, a la vez que se le dio una importancia exagerada a una futura guerra de sexos creando una división exagerada entre hombres y mujeres. Todo esto se implementaba a los ojos del Partido Popular, sin que este partido político hiciese una verdadera oposición para atajar la peligrosidad de estas leyes, mirando para otro lado. A la vez se permitió la gestación y el desarrollo de unas normas  en la universidad, donde no se respetaba la libertad de expresión, y donde solo tenían derecho a conferenciar aquellos afines a sus postulados ideológicos, los demás, eran perseguidos, abucheados y prohibidos hasta impedirle hablar. La sociedad avanzaba sin darse cuenta que introducíamos una nueva peste en España. Fue en 2014 cuando vimos la peste por primera vez: apareció Podemos y empezó a cobrarse sus primeras víctimas. Nos dijeron que todo era malo; se autodenominaron "indignados" y al resto "casta". Inventaron problemas donde no los había: enfrentaron a padres con hijos, mujeres con hombres, y homosexuales con heterosexuales; resucitaron la guerra civil, ya olvidada. Hablaron de cunetas, de buenos y malos, y donde había convivencia, llegó el odio. No respetaron a nuestra religión cristiana con la excusa manida de que el Estado es laico olvidando las raíces de nuestra tradición cultural y nuestro  pasado cristiano. A los que creaban empleo se les convirtió en explotadores, y a los orgullosos de España en fascistas. Adoctrinaron a los jóvenes haciéndolos intolerantes, y enfrentaron lo público con el resto, y hablaron de vivienda digna, mientras ellos utilizaban hospitales privados o se mudaban a chalets con piscina de 2.000  metros cuadrados. En política exterior, pasamos de ser aliados en la Unión Europea de EE.UU a serlo de narcodictaduras latinoamericanas. Empezaron a adorar a dictadores abyectos: como Chaves o Maduro, o los Castro, y el propio Lenin. Mientras, nos quitaron el orgullo de la transición y la Constitución del 78, haciendo tabula rasa de todo, como si el mundo se iniciase con ellos, nos decían que  todo fue un invento franquista. Mientras tanto, nos adoctrinaban diciéndonos que no sabíamos lo que era la libertad, ni la tolerancia, ni el sexo, como si no hubiésemos sido jóvenes nunca: se supone que ellos nos enseñaron todo, porque  antes no había nada. Hablaron de tolerancia, pero aparecieron los escraches, a quienes no pensaban como ellos, cercenando los derechos de nuestra Constitución. Convirtieron las redes sociales en una pesadilla, en la que es mejor estar callado, si no quieres que te destrocen decenas de trolls con nombre de muñecas. Y de repente, apedrear mítines ajenos, era luchar contra el fascismo; apalear a un policía era un orgullo; Asaltar capillas en la universidad, libertad de expresión; utilizar la guillotina una costumbre, y meter muertos en ceniceros una gracia. Colgar jueces, libertad de expresión; saltarse las normas, una diversión; y ocupar viviendas ajenas, un derecho constitucional. Desde aquel 2014, todo ha ido a peor. Nos habéis enfrentado y dividido. Nos habéis instalado en el caos. Nos habéis traído la peste social. Algún día tendréis que rendir cuentas. Ese día está muy cerca. Lo pagaréis en las urnas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario