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miércoles, 10 de enero de 2018

Un Carrico de Bueyes






Un carrico de bueyes

Cada 6 de enero, junto al balcón de mi casa,
los Reyes Magos pasaban,
y siempre me regalaban, un carrico de madera,
tirado por una yunta de bueyes de cartón,
con los cuernos recortados,
sus orejas estropeadas, y sus ruedas de latón.
Subidos en una peana de madera,
y una cuerda sobre el cuello,
los sacaba a pasear, en la plaza de mi pueblo,
como si un perrito fuera.

Pero yo nunca quise un carrico de madera,
ni ser vaquero o carretero;
nunca quise ser pastor, y menos agricultor.
Yo siempre quise una espada de madera,
para ser como el Cid Campeador:
un noble y leal Señor, valiente, intrépido
y soñador.

Año tras año mis deseos se frustraban,
a la par que mi fe en los Reyes Magos,
se disipaba...
Cada día mi inocencia menguaba...,
con el paso del ayer al mañana.


           antonio gonzález


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