Translate

viernes, 15 de abril de 2016

HUME: El emotivismo moral





La vida del ser humano se mueve entre la racionalidad y los sentimientos, emociones y vivencias que bullen en nuestro interior. Tendemos a creer que nuestra vida se rige por pautas racionales, pero es más una creencia que una realidad. Lo cierto es, que dependemos de factores que no podemos controlar: somos y estamos instalados en el azar. Somos más frágiles de lo que suponemos y nuestra existencia se mueve entre las leyes de la física y la biología -por un lado- y el mundo de la racionalidad volitiva, por otro. En realidad, somos un producto de fuerzas que no podemos controlar y cuyo origen es desconocido. Hemos construido un yo, una conciencia pensante en torno al cual gira el mundo y pretendemos que se pliegue a nuestras exigencias. La misma naturaleza en nuestro afán de dominio, la hemos creado a nuestra imagen y semejanza, haciendo una metáfora de ella en donde nos reflejamos como "yo"; a ella le hemos atribuido los mismos sentimientos que nosotros disfrutamos como seres vivos sentientes. Pero la naturaleza es ajena a a nuestros pesares, deseos, motivaciones y cuitas; a ella le importa un bledo nuestros mundo, ese mundo que hemos construido socialmente en torno a un yo, para posteriormente creernos todos sus postulados. Pero nada más falso y falaz que este yo. 
Humeun filósofo inglés del siglo XVIII, hace una crítica profunda a este "yo" desde el psicologismo, mostrándonos que no existe ese "yo" sino que aquello a lo que llamamos "yo", solo es un un haz de sensaciones, una construcción hecha con sentimientos, recuerdos, experiencias, tomadas del pasado, todas juntas unidas, por el hábito y la costumbre, atadas y referidas a algo que supuestamente llamamos "yo". Antes de llegar a este precioso análisis psicologista, Hume ha hecho lo mismo con el mismísimo principio de causalidad, -fundamento del conocimiento científico- relegándolo a un mero mecanismo contingente basado en la costumbre del pasado y desprovisto de es a "necesidad" tan importante para fundamentar el conocimiento. El "todo efecto proviene (necesariamente) de una causa" queda castrado sin el "necesariamente". El psicologismo  empirista de Hume nos aboca a un fenomenismo científico o lo que es peor a un escepticismo. 
Su atrevimiento no queda ahí. Si el límite de nuestro conocimiento son las impresiones  y a cada una de ellas le correspondiente una idea, ¿por qué afirmar la misma idea de SUSTANCIA si ésta no procede de ninguna impresión? La sustancia, elemento esencial ontológico de la metafísica tradicional, tampoco existe para nuestro autor. Hume ha conseguido eliminar de un plumazo el YO sustancial sujeto  epistemológico pero también óntico. ¿Qué es la sustancia, "un no sé qué queda balbuceando..." (la definición se las trae). Lanzado en su análisis psicológico, nada le detendrá para cuestionarse y negar la misma idea de EXISTENCIA, porque existe el brazo, la bombilla, la pantalla, el enchufe, etc pero ¿Dónde está la impresión de la existencia para construir la idea de existencia? No existe; por lo cual la idea de Existencia es falsa por no corresponderle una determinada impresión (a esto nos lleva el materialismo sensista) El psicologismo de HUME, llevado hasta sus últimas consecuencias, se ha cargado la idea de causalidad, sustancia y existencia. Ha abocado a la filosofía a un fenomenismo escéptico, a una "realidad" que descansa en la vivencia de un Yo psicológico (que no ontológico).
Si no existe el "YO" psicológico ¿Qué decir del yo ético-moral o conciencia? La respuesta es problemática por las consecuencias que se deducen para el conocimiento de nuestra conducta y sus consecuencias. Las consecuencias que se intuyen desde este planteamiento es que la conciencia moral es una construcción de nuestra sociedad que determina lo bueno y lo malo, lo justo e injusto, etc. El ámbito de nuestra libertad y nuestra autonomía queda tocado con este planteamiento psicologista de Hume. Las consecuencias son también evidentes: ¿Hasta qué punto somos responsables de nuestros actos si carecemos de una realidad subjetiva? ¿Dónde asentamos la libertad coma acto libre, querido, y responsable de nuestro yo, si no existe tal yo? La consecuencia trágica es que hay muy pocas cosas que podamos controlar y menos, de las que podamos hacernos responsables; si no podemos asentar las bases de nuestra libertad en la racionalidad de un "yo", habrá que hacerlo en el sentimiento; con ello entramos de lleno en lo que se ha dado en llamar el emotivismo moral de Hume. 
Es una falacia naturalista el paso del ser al deber ser; el estudio de la naturaleza humana no sirve para justificar tal paso. Entonces ¿Dónde podemos fundamentar los juicios morales? Hume considera que la razón, el conocimiento intelectual, no es ni puede ser el fundamento de los juicios morales. Su principal argumento lo expone del siguiente modo: la razón, el conocimiento intelectual, no puede determinar nuestro comportamiento ni tampoco puede impedirlo; ahora bien, los juicios morales  determinan e impiden nuestro comportamiento; luego los juicios morales no provienen de la razón. Es cierto, según su teoría del conocimiento. El conocimiento de las relaciones entre ideas, las mátemáticas, por ejemplo, es útil para la vida pero por sí mismo no impulsa a su aplicación: las matemáticas se aplican a las técnicas cuando se persigue un fin u objetivo que no procede de las matemáticas mismas; en cuanto al conocimiento fáctico se limita a mostrarnos hechos y los hechos no son actos morales. Si examinamos un hecho reprobable como es el asesinato, por mucho que sea examinado no encontraremos en  tal hecho eso que llamamos "vicio"; mientras dirijamos la mirada al objeto no encontraremos nada que se parezca a un vicio -nos dice Hume-; solo en el caso de examinar nuestro propio corazón encontraremos un sentimiento de reprobación que brota en ti mismo, respecto de tal acción. He aquí un hecho, pero un hecho que es objeto del sentimiento, no de la razón. (Tratado, III, 1, 1). Es lo útil lo que define lo que es conveniente para la humanidad o no. Así es como llegamos a una ética utilitarista donde lo bueno y lo malo está en función de su pragmatismo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario