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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Valoración de la Carrera Docente




"Pasas más hambre que un maestro escuela". Éste era un dicho muy común en la España de la posguerra. Hoy no es así no porque sean bien reconocidos socialmente y justamente pagados, sino porque lamentablemente hay otros colectivos  peor pagados que ellos. Su reconocimiento social muestra la valoración que tienen los españoles sobre la educación, muy poca o casi nula. Si un niño muestra gran capacidad para el estudio sus padres -salvo raras excepciones- desearían que fuese médico, arquitecto o ingeniero, nunca maestro o profesor. Esta valoración sociológica de los españoles sobre los enseñantes, no ha cambiado con la democracia, y en ello ha contribuido la administración que nunca se la ha tomado en serio ni ha valorado dignamente el trabajo, la dedicación, y la vocación de tantos profesionales, que han contribuido con su esfuerzo abnegado por la erradicación del analfabetismo en España. Hoy en plena crisis y con casi 6 millones de parados, los enseñantes son envidiados por el resto de los ciudadanos por tener un puesto de trabajo seguro como funcionarios y por sus vacaciones.  Lo que antes fue mofa por el salario tan exiguo recibido -"¿Para esto has estudiado durante toda la vida, para ganar 1800 euros?,  cualquier albañil gana más que tú", ahora se torna en envidia por el puesto conseguido. La elección, preparación,  promoción de los incentivos de la carrera docente, ha sido un fiasco en nuestro país. Finlandia -país reconocido por todos por su eficacia en educación y muy bien valorado en el informe PISA-,  selecciona a los futuros profesores  entre los estudiantes con mejor expediente académico e incentiva  la carrera docente prestigiándola tanto en lo social como en lo en lo económico. Comienzan el edificio por los cimientos. Aquellos que deben enseñar y educar a los futuros ciudadanos, trabajar con lo más preciado  de nuestra sociedad, los niños, los que deben construir los cimientos de la nación en los principios éticos, científicos,  técnicos y profesionales, deben ser escogidos entre los mejores. La valoración de la carrera docente  y su reconocimiento social, la selección del profesorado basada en la excelencia, el mérito y la capacidad, su promoción mediante incentivos, profesionales y económicos, son la primera piedra -aunque no la única- de un sistema educativo que ha de ser construido por los cimientos.



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