"No haremos ya nuestro trayecto a pie y nos convertiremos sólo en lágrimas de aquellos que nos aman".
Beatriz Villacañas
Jóse el de D.Tomás nos ha dejado. Se ha marchado después de luchar contra una terrible enfermedad. A todos nos ha cogido por sorpresa, aunque sus familiares mas cercanos han vivido estos últimos días con resignación y sufrimiento tan trágico acontecimiento. Ha sido todo muy rápido y angustiosamente sorprendente.
La muerte es un "sin sentido", si la vemos desde el punto de vista del espíritu humano. Tampoco la Ciencia y la Filosofía dan respuestas fiables, a pesar de lo que piensa Marco Aurelio: "El tiempo de la vida humana no es maś que un punto, y su sustancia un flujo, y sus percepciones torpes, y la composición del cuerpo corruptible, y el alma un torbellino, y la fortuna inescrutable, y la fama algo sin sentido (...) ¿Qué puede pues guiar a un hombre? Una única cosa, la filosofía". Sólo la Religión y la creencia mantienen la esperanza para los creyentes. Sin embargo no lo es tanto desde un punto de vista natural ni antropológico: "todo lo que comienza acaba, tiene su fin". Nos resistimos a aceptar las leyes naturales que afectan a la materia física, a la contingencia de nuestro ser. El tiempo, aliado inseparable "de la vida", "del acontecer" y "del cambio", es también el juez inapelable cuando llega el "acabar": sin tiempo no hay vida, aunque sin tiempo no habría muerte. Ésta es la grandeza y a la vez la miseria del ser humano. El cambio, el crecimiento, la transformación, no son sino consustanciales a la vida del cuerpo, la vida es eso y algo más. Envejecemos, cambiamos, nos deterioramos, gracias a que vivimos. Y esto no solo afecta al cuerpo sino al alma; las vivencias, el dolor, el sentimiento, las emociones, el amor, la alegría, la esperanza, también cambian y envejecen y a veces dejan huellas mas profundas que las meramente físicas. La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene.
Decía François Mauriac que "la muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente." Por eso Jóse, gracias por haber estado entre nosotros y compartir tu amistad. Viviremos por ti y tu recuerdo de hombre bueno, de persona entrañable, permanecerá en todos los que te conocimos. Te recordaremos como fuiste, sincero, campechano, abierto y amigo de tus amigos. Los amigos de la plaza -tus amigos- te echaremos de menos. Aquellos cuentos y anécdotas interminables y ocurrentes en los fríos trancos de la plaza, o en los largos y calurosos veranos, los seguiremos viviendo contigo, -como si fueran ayer- sin que la enfermedad, el dolor y la muerte nos secuestre tu recuerdo. Allí proyectabamos nuestros sueños, deseos y anhelos; trazábamos el camino y la senda de lo que queríamos ser. La juventud nos hacía héroes eternos e inmortales, porque lo de menos era la verdad o mentira de lo que contábamos, lo demás era que el tiempo se paraba. Seguiremos jugando en la "plaza de nuestros recuerdos" porque hay cosas que recordar. Porque -creeme, Jóse- "no hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la ausencia", la tuya. Ya no haremos juntos el trayecto a pie, pero convertiremos tu ausencia en lágrimas. Hoy "la plaza del pueblo" está triste, llora tu ausencia. La muerte -mientras tanto- está tan segura de vencernos que nos da toda una vida de ventaja para ser mejores: !ojalá la aprovechemos!
Decía François Mauriac que "la muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente." Por eso Jóse, gracias por haber estado entre nosotros y compartir tu amistad. Viviremos por ti y tu recuerdo de hombre bueno, de persona entrañable, permanecerá en todos los que te conocimos. Te recordaremos como fuiste, sincero, campechano, abierto y amigo de tus amigos. Los amigos de la plaza -tus amigos- te echaremos de menos. Aquellos cuentos y anécdotas interminables y ocurrentes en los fríos trancos de la plaza, o en los largos y calurosos veranos, los seguiremos viviendo contigo, -como si fueran ayer- sin que la enfermedad, el dolor y la muerte nos secuestre tu recuerdo. Allí proyectabamos nuestros sueños, deseos y anhelos; trazábamos el camino y la senda de lo que queríamos ser. La juventud nos hacía héroes eternos e inmortales, porque lo de menos era la verdad o mentira de lo que contábamos, lo demás era que el tiempo se paraba. Seguiremos jugando en la "plaza de nuestros recuerdos" porque hay cosas que recordar. Porque -creeme, Jóse- "no hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la ausencia", la tuya. Ya no haremos juntos el trayecto a pie, pero convertiremos tu ausencia en lágrimas. Hoy "la plaza del pueblo" está triste, llora tu ausencia. La muerte -mientras tanto- está tan segura de vencernos que nos da toda una vida de ventaja para ser mejores: !ojalá la aprovechemos!
La ausencia de Jóse nos ha dejado a los que lo queríamos un "pellizco" en el corazón,pero en ese mismo corazón y en nuestra mente siempre habrá un hueco para El.
ResponderEliminarUn beso Antonio y a todos los amigos que estamos unidos por esta ausencia.
MªPaz