"Sólo hay mundo donde hay lenguaje", decía M.Heidegger. Sólo hay inteligibilidad, significación y sentido cuando hay lenguaje, cuando las palabras significan lo que tienen que significar. Cuando sirven para comunicar y no para crear confusión. Palabras que el nacionalismo ha usado como bandera de la exclusión y no de la integración tergiversando su significado con eufemismos.
Los nacionalistas al jurar sobre la Constitución han empleado la expresión: "por imperativo legal" , significando con ello que están obligados a hacerlo porque no tienen otra alternativa que obedecer las leyes españolas, las cuales no acatan ni reconocen sino obligados por la fuerza, la fuerza de la ley. Todo para no emplear las palabras "juro" o "prometo" como símbolos de acatamiento del orden constitucional. Mayor memez es difícil encontrar. ¿A quién quieren engañar? ¿Quieren decir que se sienten obligados a cobrar como diputados el sueldo y prebendas que cobran del dinero de todos los españoles? Lo tienen muy fácil: !que renuncien! El portavoz Alfred Bosch de ERC, en unas declaraciones "bosh-ornosas" ha dicho que en este País trazado por Mariano Rajoy "no hay sitio para ellos y que se quieren ir de España" (Esos sí, con el sueldecito) ¿Es que no hay nadie que les indique el camino? !Están tan desorientadados que no encuentran la salida!
Vamos a ver, "por imperativo legal" yo pago mis impuestos, la contribución, la comunidad de vecinos. Y como yo, todo ciudadano que se aprecie de serlo.Cuando Tráfico me multa o debo de pasar la ITV, pago "por imperativo legal". Todos los impuestos y obligaciones de un Estado de Derecho han de hacerse mediante el imperativo de la Ley, por obligación no por devoción. Creanme -queridos lectores- que el día que pago mis impuestos a Hacienda no organizo una fiesta en casa, sino que estoy con un humor de perros insoportable, eso sí "por imperativo legal".
Están ganando la batalla del lenguaje, para ganar posteriormente la batalla de las ideas y cambiar la percepción de la realidad. No debemos consentirlo ¿Qué debemos hacer? La receta es sencilla pero el camino es largo y tortuoso y, sobre todo, hace falta voluntad para recorrerlo: extirpar el totalitarismo lingüístico, educativo, político y mediático implantado en algunas regiones y dar la batalla ideológica a los nacionalismos, lo que no se ha hecho en cuatro décadas por complejos absurdos, debilidad, cobardía, ignorancia y falta de sentido de Estado.
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