Translate

domingo, 2 de noviembre de 2025

Una sociedad anestesiada





Confieso que espero como agua de mayo los artículos de Sánchez Cámara. Ninguno me deja indiferente. En su publicación de El Debate del día 2 de noviembre, nos habla de un filósofo Surcoreano llamado Byung-Chul Han, reciente premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025. Educado en Alemania en la Universidad de Friburgo, Han se doctoró con una tesis de Martín Heidegger.
Sńchez Cámara, siguiendo la obra de este pensador, nos ofrece una crítica lúcida y penetrante sobre el neoliberalismo llevado hasta sus últimas consecuencias. Lo hace partiendo de una visión inspirada en la filosofía socrática y en abierta oposición al pensamiento dominante de nuestro tiempo.
Su reflexión se centra en tres grandes ídolos de la modernidad: el capital, la digitalización y la inteligencia artificial. Estos ámbitos que se presentan como instrumentos de libertad y progreso, acaban por esclavizarnos. Prometen una libertad ilimitada, sin control, basada en un falsa autonomía personal que ignora los fines esenciales del ser humano. En lugar de servir a la liberación del hombre, lo subordinan a mecanismos impersonales de consumo y rentabilidad.
El neoliberalismo, a través del mercado, fomenta un consumismo desmesurado que relega los fines humanos a favor de los medios útiles y del beneficio económico. La persona se convierte así en esclava de sus propios deseos, y no reconocida como fin. A nivel social, esta dinámica destruye la verdadera igualdad,aniquila  al clase media y cava una fosa cada vez más profunda entre ricos y pobres.
La digitalización, que nació con el propósito de liberar al ser humano, lo vuelve  también dependiente. Su uso nos esclaviza: basta observar la dependencia del smartphone o el poder de las redes sociales, que se han convertido en instrumentos de manipulación, de crítica superficial y de difusión de  falsas noticias.
La inteligencia artificial, por su parte, amenaza con cortar las alas de la imaginación, la creatividad y el ingenio humano.¿Hasta dńde llegará su influencia? 
Nadie puede responder aún con certeza.
El resultado es una sociedad anestesiada, un cuerpo colectivo bajo cuidados paliativos que evita enfrentarse a sus verdaderos enemigos interiores. Una sociedad que adora a los ídolos del dinero, el éxito y el placer; una sociedad del ruido y la prisa, donde Dios no tiene cabida porque solo se revela en el silencio.
El objetivo último de la vida humana -como recordaba Simone Weil-  es "construir una arquitectura interior en el alma".