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sábado, 24 de agosto de 2024

¡Arriba las manos!





No. Esto no es un atraco. Es el nombre del juego que los niños de mi pueblo utilizamos cuando lo jugábamos con tanta ilusión. El asalto al tren-correo por parte de fugitivos en el lejano Oeste, no era ajeno a la chiquillería de mi pueblo.  Ni la tensión sufrida cuando "El Bueno", desenfunda su Colt del 36 antes que "El Malo". Las magníficas aventuras desarrolladas por las películas del oeste americano proyectadas en el cine parroquial -en la Terraza del cine de verano entre el olor a jazmín- no acababan con aquel fatídico "FIN" que tanto fastidio causaba a los niños y adolescentes de mi pueblo. Por nosotros, la película tenía que continuar y no acabar nunca. Y en verdad, la película nunca terminaba cuando Jiménez apagaba el proyector en la cabina, y unas ténues luces disipaban la oscuridad de la terraza alumbrada hasta entonces, por las estrellas del cielo. Nuestra imaginación hacía el resto. Al día siguiente, los niños de mi pueblo emulabamos a los cuatreros, indios o vaqueros, repitiendo aquello que tan entusiastamente de habíamos vivido el fin de semana anterior. Jugábamos  al ¡Arriba las manos! Dos bandas de amigos, armados con pistolas de piedra que tallavamos para el uso, nos escondiamos  por entre las pitas, balates y casas de "Los Castillos" -un barrio escarpado en lo más alto del pueblo- para sorprender escondidos y dar el "arriba las manos" a cada uno de los integrantes de la otra banda. El juego lo ganaba quien diera "muerte" a todos los integrantes de la banda opuesta. Las discusiones eran interminables, pues no había árbitro que juzgara quien había sido el primero en sorprender al otro. Las disputas se dirimian con grandes discusiones que nunca acababan, hasta que hartos abandonábamos para ocuparnos con otra clase de juegos. Lo cierto es, que nunca nos aburríamos porque empleabámos la imaginación para ocupar el tiempo de vacaciones. 
Nos la ingeniábamos para construir arcos con flechas imitando a los indios Apaches, Sioux o Kiowas con todo tipo de cañas y ramas de retama, adecuadas para ser tensadas y propulsar las flechas de caña, a veces peligrosas para nuestra integridad física. La plaza  y los callejones aledaños eran nuestro territorio. Allí se revivía la película de indios y vaqueros durante toda la semana, sin que faltase un solo detalle creado en nuestra imaginación, que no así en la realidad. Las eternas disputas entre buenos y malos finalizaban cuando otra película sustituía a la anterior. Entonces nuevas aventuras y nuevos héroes y heroinas, ocupaban nuestra mente para dar rienda suelta a nuestra imaginación y ser imitadas durante la próxima semana. A la salida de la misa de las 9.horas, -dedicada a los escolares- los niños salíamos corriendo para ver la cartelera que anunciaba la próxima película en la Terraza de Verano: "El Último Cuplé " de Sara Montiel, era la elegida para ser proyectada esa noche con la decepción de los chicos Una horrible película de "amores", como la valorábamos nosotros, incapaces de entender el gusto tan extraño de los mayores. Una semana más nos quedábamos sin nuestra película del Oeste, con la decepción refejada en nuestros rostros. 
El cine era una ventana que semanalmente se abría para conectar al pueblo con el mundo exterior. Cumplía una función pedagógica e ilustrativa de información y aprendizaje de roles para gentes muy centradas en sus labores rurales. Los niños asumiamos aquellos roles de los protagonistas del cinematógrafo para distinguir los principios éticos del bien y del mal. Sirvan estas humildes reflexiones como homenaje  a aquellos tiempos que marcaron nuestra infancia.




miércoles, 21 de agosto de 2024

Salir a tomar el fresco




                 "Y el que no pueda vivir en comunidad, o no necesita nada por su                       propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios".

                                                                                        Aristóteles



Salir a tomar el fresco a la puerta de la casa en verano con toda la familia, es algo que recuerdo de mi niñez con nostalgia. Hoy solo es un recuerdo entrañable, un hecho más como tantos otros al que me niego olvidar. Leo que un pueblo de Cádiz quiere recobrar esta costumbre de los pueblos de Andalucía como patrimonio de la humanidad. Me parece muy bien. En mi pueblo rural de Abla (Almería), salir a tomar el fresco era una costumbre muy típica y saludable de nuestras gentes que conseguía  dos objetivos: huir del  calor excesivo acumulado en el interior en nuestras casas, y fomentar las relaciones sociales con los familiares y vecinos. Al llegar el atardecer, después de cenar y reponer las fuerzas gastadas en una dura faena de campo, la familia y los vecinos, sacaban sus sillas a la puerta de sus casas, se sentaban al fresco para charlar y contar los dimes y diretes surgidos diariamente entre sus gentes. Reponen las largas horas de soledad vividas bajo la parra a temperaturas superiores, a treinta grados centígrados, dedicadas al cultivo de la uva de mesa, como así lo requerían sus cuerpos y sus espíritus. El cuidado de la uva de mesa en la parra, exige mucha dedicación a diario desde que aparece la muestra hasta que madura el fruto. Siempre había que regar, labrar, sulfatar, azufrar, despampanar, etc. Lo que ocasionaba pasar todo el día en soledad, dedicado a su cuidado sin apenas hablar ni socializarse con la gente, vecinos o amigos. En las noches de estío, la falta de comunicación, y el calor excesivo acumulado en las casas durante la jornada, se suplía saliendo a la puerta de casa para tomar el fresco en aquellas incómodas pero prácticas sillas de anea, en corrillos improvisados, acompañados por un botijo de agua fresca para saciar la sed y refrescar la garganta reseca por el polvo de la parva en la era. Eran tiempos en los que la televisión aún no había inundado nuestros hogares, afortunadamente. Las calles de mi pueblo se llenaban de corrillos de familiares y vecinos en donde se hablaba de todo. Los agricultores, trasmitían sus conocimientos y experiencias personales sobre los modos y maneras de cómo hacer para que la uva fuera de mejor calidad y sus numerosas plagas mejor controladas. Las mujeres y amas de casa también hablaban de sus cosas diarias. Qué hacer de comer al día siguiente o saber cuándo pasa el agua por la acequia para hacer la colada en el lavadero. No faltaban las parejas de novios, que bajo la atenta vigilancia de los padres, hablaban de sus proyectos futuros, con cómplices miradas indagadoras en la oscuridad de la noche, intentando robar un beso sin ser vistos o hacer manitas sin ser vistos.
Los niños, ajenos  a los problemas de los mayores, nos  sentábamos en los trancos de las casas para hablar de nuestras cosas: contar chistes, cuentos de miedo, proyectar nuestros juegos, rememorar las disparatadas aventuras del Gordo o el Flaco (Stan Laurel y Oliver Hardy), o recontar la película del Oeste Americano recien proyectada en el cine parroquial, emulando a sus héroes. Con muy poco nos conformábamos, solo necesitábamos ingenio y mucha imaginación para ser felices. Hacíamos lo que el clásico manifestaba: "no es más feliz quien más tiene  sino quien menos necesita."
Eran otros tiempos. Cierto. Tiempos que se han esfumado sin darnos cuenta. Tiempos que han partido para nunca más volver. Seguirán eternamente vivos mientras nuestra generación permanezca viva y la memoria no nos abandone. 



miércoles, 14 de agosto de 2024

Pompas de jabón






Surgen como pompas de jabón en nuestra memoria. Arrastradas por el agua cristalina de la Rambla de Los Santos, fruto del deshielo de Sierra Nevada. Como estrellas en movimiento que lucen en la corriente de agua sorteando rocas en una alocada carrera hacia no se sabe dónde. Son los recuerdos de un niño de un pueblo rural en los años 50, cuando observa a las mujeres del pueblo con barreños repletos de ropa, acercarse a la rambla para lavar la ropa sucia acumulada, mezcla de sudor, sulfato o barro. Ropa que habla de trabajo y esfuerzo. Ropa de hombres y mujeres de campo impregnada de olor a sudor por el trabajo duro con desvelo y dedicación, de aquellos que, un día sí y otro también, cuidan con esmero la parra, el olivo, o duermen en la era junto a la parva entre aparejos y aperos. Mi cabeza se puebla de imágenes de mujeres, que a lo largo de la rambla pasan las horas de rodillas con sus barreños de ropa a rebosar  -cuando la lavadora era un invento lejano- y el jabón Lagarto y la lejía se sustituían con jabones elaborados en la casa con sosa cáustica y aceites de desecho. Lavan montones de ropa: sábanas, ropa interior, camisas y calzones, en tablas o en piedras apropiadas en los remansos del río, al ritmo de una canción o en sintonía con el ruido monótono del paso del agua entre las rocas. No falta el comentario picarón o esas conversaciones entre mujeres murmurando con recato de su vida íntima marital, o entre las mozas, sobre este o aquel mozo que les mira de forma singular para decirles sin palabras aquello que las ruboriza. ¡Cuántos secretos femeninos ocultos revelados en gineceos improvisados de trabajo sin el control ni la vigilancia del marido, la suegra o la vecina criticona! El lavado de ropa requería un esfuerzo físico, que dudo que muy pocos hombres hubieran sido capaces de soportar. Nuestras mujeres lo hacían con entereza. 
Cuando la rambla permanecía seca porque se acababa el deshielo, el agua del Barranco de Sierra Nevada, encauzada por la acequia de Las Huertas para el riego, servía generosamente el agua en los dos lavaderos oficiales del pueblo. Yo recuerdo el del Barrio del Albaicín, situado en un extremo del pueblo, con su escalinata de acceso para salvar el desnivel de la calle y acceder a la acequia. Un generoso caño de agua surtía al lavadero, bajo el frontispicio de cemento donde  se podía leer la fecha de construcción y unas iniciales ilegibles. Una pileta de cemento alargada en forma de L se desplegaba en aquel espacio abierto para facilitar el agrameo de la ropa.
Hoy la mayoría de lavaderos de nuestros pueblos han desaparecido por el avance  de la modernidad. Hoy los trapos sucios los lavamos en casa, en lavadoras modernas y con detergentes fabricados consecuencia de sesudas investigaciones industriales. Hemos ganado en eficacia, economía, y también en soledad; pero hemos perdido en sociabilidad, cercanía y contacto humano. Decía Heráclito que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río. Yo sigo viendo a nuestras madres y mujeres lavando de rodillas. Siguen ahí. En el mismo sitio donde las dejé.





domingo, 11 de agosto de 2024

¡Nos creen imbéciles!




¿Cómo puede ser que a un cuerpo policial de 17.000 agentes se le escape un fugado por la justicia que antes pronuncia un discurso público ante las cámaras de TV3 en pleno centro de Barcelona? Más de 4.000 agentes estaban movilizados en el operativo. Luego han puesto en marcha la llamada "Operación Jaula".



Habrá algún ingenuo que se crea que esto no estaba amañado por el gobierno de Pedro Sánchez. Lo está. A Pedro Sánchez no le interesa un Puigdemont entre rejas. "Tú, das tu mitin de cinco minutos y te vuelves a Bélgica sano y salvo, a la espera que el Señor Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional, te aplique la amnistía. Y yo, Pedro Sánchez, me mantengo en la Moncloa con tus siete votos". Y aquí paz y después gloria. El malo no es Puchi. Es éste innoble presidente, sin principios ni dignidad, el verdadero culpable de todo lo que está pasando en España y en Cataluña. Con dos agravantes: el primero mentir a todos los españoles sin anunciar previamente en su programa electoral la voladura de la Constitución del 78. En segundo lugar, hacerlo a costa de pactar con los enemigos de España, aquellos que la quieren destruir. "El malo es quien lo sustrajo del ostracismo, lo convirtió por siete monedas parlamentarias en el hacedor de la política de la cuarta economía del euro, quién no solo no usó la fiscalía para traerlo sino que la ha empleado para lavar todos sus delitos, aquel que negoció nuestra dignidad en en país extranjero, y ante una foto de unas urnas falsas, el mismo que ha depositado la capacidad de que atiendan a nuestras familias en un hospital, en la voluntad de unos individuos que odian a España y que solo quieren destruirla. Él es el malo de esta película de terror protagonizada por un actor de segunda que se va a pasear por las calles de nuestro país con su melena al vent" (Mayte Alcaraz, El Debate, periódico digital). 
Pero no solo es Sánchez y Puchi, los culpables. Tambien es culpable la policía autonómica de la Generalidad, los Mossos d´Esquadra, cuyas competencias en orden público es de su responsabilidad. Del consejero de Interior en funciones, D. Ignacio Elena y del  jefe del Cuerpo Eduardo Sallent, además de todos los mandos operativos responsables de su captura. 
La fuga de Puigdemont, no solo es un fracaso de los Mossos, que también, sino el de una sociedad, la sociedad catalana, que durante los primeros años de la transición fue considerada como una sociedad con seny, moderna, preparada para afrontar los retos más importantes de la modernidad, ejemplo de laboriosidad, modelo de acogida de todos los españoles procedentes de otra regiones, y primera región económica  industrial de España, gracias a las inversiones del franquismo en detrimento de las otras regiones españolas. Con la democracia empezó a gestarse "el procés" exigiendo a los gobiernos centrales de Madrid, a cambio de apoyos puntuales, más recursos y competencias en una carrera loca hacia la autonomía y posteriormente hacia la independencia. Todo alimentado por el victimismo y el inconformismo, cuando no con la mentira del "España nos roba", mientras quienes robaban eran sus propios políticos con "el tres per cent" . Engañados por el secesionismo, algunos catalanes  creyeron ser los más buenos, los más guapos, los más listos, los singulares... La fuga de empresas y la deuda de 85.000 millones de euros (la comunidad más endeudada de España) los sitúa ante la cruda realidad, y muestra a las claras lo mal gobernados que han estado y el dispendio económico ejecutado en perseguir sueños y quimeras irrealizables por sus políticas separatistas, olvidando resolver los verdaderos problemas de los ciudadanos catalanes, como trabajo, sanidad, educación y vivienda. El comienzo de la decadencia económica de Cataluña de forma irreversible, es un hecho incontestable. Madrid la ha superado como la primera economía de España. !Qué no nos tomen por imbéciles y asuman su responsabilidad! El bochornoso espectáculo dado en todo el mundo es de aurora boreal. Ni Cataluña ni España se merecen esto.  El regalo hecho a ERC  por parte de Pedro Sánchez para comprar la investidura de Salvador Illa, sobre la singularidad económica de Cataluña, es inviable e impropia de un partido de izquierdas, porque rompe la solidaridad de todos los españoles. No lo conseguirán; aunque solo con el intento han mostrado hasta donde quieren llegar. Algún día, no muy lejano, lo pagarán en las urnas. Seguro.