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viernes, 20 de octubre de 2023

¡Hay que tener el alma muy dura!





España y el mundo viven situaciones muy convulsas. La Constitución del 78 es discutida en nuestro país y puesta en entredicho por la izquierda -(a la que ellos llaman progresista, pero más bien podemos llamarla regresista,  porque para nada son progresistas los partidos con los que está pactando la investidura como son: Bildu, el PNV, Junts per Cat o ERC, más bien todo lo contrario)- con la apatía de los ciudadanos españoles que no reaccionan y están como adormecidos. Hay dos presidentes culpables de esta situación -aunque no los únicos- que nunca debieron haber llegado a serlo: José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez Castejón, ambos del PSOE. Sin duda los peores presidentes de nuestra partitocracia, que accedieron al poder por circunstancias aciagas de nuestra historia. El primero accedió al poder gracias a la conmoción de unos atentados cuya autoría aún no ha sido clarificada, y el segundo, merced a unas artimañas generadas en el despacho de un juez para mediante una moción de censura desbancar a Mariano Rajoy. Dos almas gemelas sin conciencia ni escrúpulos capaces de hacer lo que haga falta con tal de conseguir sus objetivos: mantenerse en el poder a cualquier precio.
Rodríguez Zapatero fue quien inició este proceso con el Pacto del Tinell y la creación de la Memoria Histórica, la negación de la crisis económica, el empleo nefasto de los fondos públicos en el Plan "E", el engaño a los españoles ocultando y negando la crisis económica con "los brotes verdes", la bajada del sueldo de los empleados públicos y las pensiones de los jubilados, mirando para otro lado. Por no hablar de las idioteces y tonterías sobre las nubes, los vientos y el espacio infinito, con los que nos deleitó los oídos. Con él se inició el enfrentamiento entre las dos Españas, una cizaña nauseabunda que genera enfrentamiento y división entre ciudadanos, familias, amigos, compañeros de trabajo, creando una atmósfera irrespirable. Un perfecto idiota, cretino e ignorante, un piloto temerario sin escrúpulos, conduciendo desde la cabina una nave llamada España, cuyo batacazo en el 2011 fue espectacular. Un presidente sin escrúpulos, de sonrisa cursi y cara boba que se pasa la vida entre emisoras y platós de TV, engañando, olvidando lo que le conviene,  manifestando medias verdades y cayendo en contradicciones flagrantes. Un veleta sin criterio utilizado por Sánchez por un puñado de votos, para blanquear a dictaduras del narcotráfico, a regímenes teocráticos medievales que no respetan a las mujeres ni a los DDHH; que declara a etarras asesinos como hombres de paz, y que humilla al Estado de Derecho ante delincuentes golpistas defendiendo la aplicación de la amnistía como derecho. Parte del PSOE y el propio Felipe González lo han desautorizado. Las urnas hablaron y lo retiraron a su chalet de Pozuelo de donde  jamás debió salir. 
Pedro Sánchez, aún peor. A este no tenemos por donde cogerlo. Ha rebasado con creces la herencia recibida de Zapatero, superándole, si cabe, aún más: sin lugar a dudas el peor presidente de nuestra joven democracia. Pasó de ser un mediocre jugador de baloncesto a un oscuro diputado de aquellos que solo calientan banquillo y están ahí de relleno para votar lo que le pide el partido y aplaudir como palmero cuando el pinganillo lo ordena. Un hombre sin escrúpulos y sin principios morales, un mentiroso compulsivo que no solamente ha engañado a los españoles sino que miente con asiduidad desdiciendose a sí mismo. Un soberbio narcisista con una insaciable necesidad de aprobación que esconde una personalidad neurótica que le incapacita para ser conserje de un ministerio, cuanto más como presidente de gobierno. Un hombre poco de fiar, sin palabra, que lo mismo promete una cosa que su contraria, y si no, a los hechos me remito. Según palabras de Pérez Reverte pronunciadas a lo largo del programa "El Hormiguero" en Antena 3 TV, nuestro personaje es: malo, chulo, arrogante, ambicioso y cínico; con esto está dicho todo. 
¿Acaso no sabían todos aquellos que lo han votado en las últimas elecciones que no iba a cumplir lo prometido? ¿De qué se quejan ahora? Nada de lo que ha hecho ha sido propuesto en su programa electoral. Todo se ha organizado con nocturnidad y alevosía a espaldas de los votantes a quienes no se ha consultado ni explicado el alcance de tales medidas, como la supresión de la sedición,  la reforma de la malversación, el indulto a los golpistas catalanes, y en la actualidad, la pretendida aplicación de la amnistía sin base legal en la Constitución, (si bien, es cierto, aún no promulgada). Los españoles tienen derecho a saber lo que se está cociendo antes de tragarse este sapo. La amnistía no es perdonar es pedir perdón a aquellos que humillaron a nuestro estado de Derecho y dieron un golpe de Estado para independizar a Cataluña del resto de España. "La amnistía es pedir perdón y yo no voy a hacerlo por defender la Constitución"  -manifiesta Felipe González-.  Es pedir perdón por aplicar la ley y aceptar que los equivocados somos todos los españoles que respetamos la Constitución, y no ellos que la conculcan. Es romper la igualdad de todos los ciudadanos españoles con independencia del lugar, autonomía o región  donde  se vive. ¿Por qué los independentistas catalanes  han de tener el privilegio de ser tratados de forma diferente al resto de ciudadanos españoles? Aún estamos esperando su arrepentimiento y lo que oímos es que lo volverán a hacer. Son supremacistas que se sienten superiores al resto de españoles con derecho a la impunidad. En concreto, es reconocer que los tribunales de justicia que juzgaron con garantías procesales a los inculpados, prevaricaron, por lo que se da la paradoja, que a quien hay que amnistiar es a todos aquellos que aplicaron la ley y cumplieron con su deber, magistrados, jueces, fiscales y policías. Resumiendo: un político annistiando a otro político a cambio de sus votos, el paradigma más evidente de corrupción política. Y además, le pagamos la fiesta.
Pero si grave es todo lo dicho, peor es el sistema de propaganda organizado desde Moncloa para mantenerse en el poder. El mantra utilizado contra Vox, un partido político democrático constitucional con 33 diputados y respaldado por tres millones de votos, despreciado y ninguneado como un nauseabundo apestoso con quien no cabe establecer diálogo ni pacto político alguno, es vergonzoso. Peor si se le equipara a Bildu, un partido vasco etarra que representa los intereses de ETA y que sepamos, lleva incorporado en su zurrón numerosos crímenes de la banda terrorista sin esclarecer, por los que aún no ha pedido perdón, entre los que se encuentran miembros del partido socialista. Todo para satisfacer los intereses espurios del presidente Sánchez a cambio de un puñado de votos.
Pero no puedo cerrar este artículo sin citar el segundo mantra del sanchismo como es justificar, encubrir, y vender las excelencias  de la reforma del Código Penal y sus nefastas consecuencias en la Ley Orgánica de garantía integral de libertad sexual, la también llamada  ley del "Solo sí es sí" o ley Montero, por ser esta ministra su promotora. Causante de rebajar las penas por violación sexual y poner en la calle a numerosos violadores mediante la reforma del Código Penal. Aún estamos a la espera  del cese de la ministra y el reconocimiento de tan terrible equivocación. Cosa inútil que no esperamos de este Gobierno y menos de su arrogante y soberbio Presidente, como último responsable de tal desatino. ¡Hay que tener el alma muy dura! 





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