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viernes, 9 de octubre de 2020

Cuando yo no esté...


Y cuando yo no esté, 
mis olivos seguirán creciendo,
sus troncos enraizarán bajo la tierra,
y sus ramas 
se fortalecerán buscando el sol,
y al final del otoño,
cada año aliviarán su ramaje doblado
para convertirse en zumo dorado.

Cuando yo no esté,
la parra seguirá trepando,
por esa pared de piedra encalada
buscando la seguridad frente al viento,
protegiendo de orfandad sus racimos
con sus pámpanos y tiernos sarmientos.

Y bandadas de pájaros volando
pasarán por lo alto del cielo azulado,
buscando territorios cálidos 
al otro lado del mediterráneo,
en la búsqueda de un oasis templado.

Cuando yo no esté,
el reloj de la torre sonará en el valle,
medirá el tiempo con monotonía,
sin desfallecimiento,
pausadamente,
durante la noche y el día.

Y por el Camino Real,
los caballos seguirán trotando,
petricoreando el asfalto con sus cascos,
al compás de su marcial paso.

Cuando yo no esté,
ya habré pasado el puente de 
Los Santos, por última vez,
y no acompañaré su "Traída",
esos, a los que tanto amé
a lo largo de mi vida.

Y yo, desde mi vieja butaca,
con un libro en mis manos,
seguiré observando
esa montaña nevada,
que me tiene extasiado.
 
Cuando yo no esté...
la vida seguirá pasando.

      Antonio González




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