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sábado, 18 de mayo de 2019

Casa Rafael: un menú poco recomendable





Llegamos a las tres de la tarde, después de una mañana agotadora de compras. Nos habían hablado de este restaurante Casa Rafael en Huercal de Almería bastante bien, por lo que no dudamos comer allí. El entorno del restaurante bueno y el salón donde comimos mejor, espacioso, acogedor, agradable, y de buen gusto en lo decorativo. Nos sentaron en una mesa redonda de seis comensales junto a una ventana por donde entraba la luz natural del cielo azul despejado de Almería. Nos congratulamos pensando que los comienzos de la comida no podían ser mejores. Pedimos la bebida, e inmediatamente fue servida sin más. Decidimos pedir el menú de 12 euros, porque se podía elegir varias opciones entre los tres platos. Un camarero muy amable nos recomendó elegir los tres platos del menú, (primero, segundo y postre) ya desde el principio, lo que nos extrañó, pero al que obedecimos pensando que así nos servirían más rápido. Fue más un deseo que una realidad. Nos sirvieron el primer plato dentro de un tiempo prudencial, unos tomaron salmorejo, otros sopa y yo personalmente lasaña de carne y queso dentro de un plato pequeño de barro, bastante buena aunque insuficiente. Una vez terminado el primer plato, nos lo retiraron, y fue entonces cuando pasados unos 25 minutos, sin que ningún camarero apareciera por allí,  tuvimos que pedir un aperitivo para poder seguir bebiendo, a la espera del segundo plato. Nos sirvieron un aperitivo de leche frita con bacalao que no nos cobraron. Después de pasados unos 35 minutos nos sirvieron el segundo plato, consistente  en mi caso, de dos mini rodajas muy finas de merluza a la plancha  (que aún sigo buscando entre mis dientes) acompañadas de un arroz  apelmazado, ni salado ni dulce, horroroso en su textura y peor de sabor, rodeado de una salsa o mermelada dulzona, todo dentro de un plato grande que a mi se me antojaba un océano inmenso por done intentar pescar las rodajitas de merluza. Lo intenté, pero lo único que conseguí fue quedarme con hambre. Al menos (pensé para mis adentros) tomaré una pieza de postre de sandía de las que se cultivan por estas tierras para quitarme el enfado. Vano intento y nueva decepción. Tres rodajitas de sandía delgadas de un centímetro de espesor por diez centímetros de largas acabaron con mi paciencia y buen humor. ¿Acaso no estábamos en la tierra de los invernaderos donde se producen excelentes sandías? Solo por mantener el buen nombre  y el prestigio de la producción podrían haberse esmerado un poco y servir una tajada de calidad y cantidad  Pensé rechazarla por ridícula, e imaginé que si buena y dulce dos veces buena. Mi decepción llegó al límite, después de probarla, poco dulce por falta de maduración. Por todo ello, queridos lectores, no recomiendo el menú del restaurante Casa Rafael.





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